La cancelación woke, el feminismo radical, el caos trans, el ocaso demográfico, el transhumanismo, las falsas promesas del materialismo ateo... estos son algunos de los temas que analiza con datos y estilo directo Francisco José Contreras, catedrático de Filosofía del Derecho en la Universidad de Sevilla.

"No sé por qué, pero el divulgador tiene mala prensa. Y, sin embargo, hace poco existía y era bien vista esa figura de mediador entre el debate filosófico y la cultura popular", explica. "Ortega y Gasset es un ejemplo, un filósofo de talla incuestionable, pero también un divulgador. Incluso se metió en política", señala. También Contreras se metió en política en 2014, y desde 2019 es diputado por Sevilla en el Congreso.

Ahora ha publicado Contra el totalitarismo blando (LibrosLibres), un libro que en cierto sentido es mágico: en apenas 260 páginas permite explorar lo más vivo de 35 autores que rompen con los paradigmas de la izquierda y la extrema izquierda y del materialismo, constructos contrarios a la fe, la familia y la civilización occidental. Él ha leído sus libros y nos acerca sus ideas de forma amena y directa.

-En este libro usted explora con agilidad unos 35 autores recomendables en casi 50 capítulos, pero sólo 5 son españoles o hispanos: Agustín Laje y Nicolás Márquez, sobre la nueva izquierda, Alejandro Macarrón sobre demografía, Alicia Rubio sobre feminismo radical y Francisco José Soler Gil sobre la ciencia y la muerte...

-Es cierto que el mundo anglosajón va por delante, en lo bueno y en lo malo. El totalitarismo blando y el wokismo nació en las universidades de EEUU. De allí nos viene el veneno, pero también el antídoto.

-Aun así, son sólo 5 autores hispanos entre 35 autores...

-Tanto en Inglaterra y EEUU como en España, a los autores conservadores nos cuesta más publicar. Los libros de Macarrón sobre el suicidio demográfico y de Alicia Rubio sobre feminismo han sido influyentes... ¡y son de autoedición, las editoriales no querían publicarlos! En EEUU al menos hay think tanks y fundaciones que ayudan a publicar. En España estamos dando algunos pasos en esa dirección.

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-Usted es un catedrático que lee muchos libros y se metió en política en 2014. ¿Ve a otros políticos leyendo libros?

-Lo que he encontrado en mi propio partido, lo digo con sinceridad, es que una mayoría tiene una gran inquietud cultural. Lo que define a Vox es dar la batalla cultural. Otras derechas sólo buscan la tecnocracia y la gestión y no llegan ni a abrir ni a reabrir debates. Mi partido sí reabre debates.

-Usted tiene una actividad intensa en Facebook y Twitter. ¿Vale la pena? Vemos que en Facebook responde a mucha gente con paciencia ejemplar... 

-A lo mejor es un vicio mío. Me gusta el debate, la discusión de ideas. Además, es un canal para llegar a la gente y exponer nuestras ideas reales, porque en muchos medios somos sistemáticamente boicoteados y tergiversados. Además, considero que es bueno alimentarse con comentarios de otras personas, aunque a menudo en redes hay más gente dispuesta a insultar y trolear que a debatir ideas.

»En Facebook respondo, pero en Twitter [@fjconpe] mucho menos.  Con 26.000 seguidores no se puede responder si la mitad se dedica a insultar. Por cierto, sospecho que últimamente Twitter ha usado cepos para que los tuiteros conservadores pierdan seguidores.  A  lo mejor esto cambia ahora que lo compró Elon Musk.

-¿Cómo ayudar a la gente a ir más allá del tuit, a que lea artículos e incluso libros?

-A los que escribimos en digitales nos piden columnas cada vez más cortas. Pero es verdad que podemos publicar artículos sesudos en redes y que aunque lo lean sólo una de cada veinte personas, seguirá siendo mucha gente. En cualquier caso, hay que evitar ser un peñazo. Hay quien piensa que escribiendo oscuro parecen más listos. Pero Ortega y Gasset decía que la claridad es la cortesía del filósofo.

-Este libro que comentamos va de otros libros. Por ejemplo, usted contrapone a Yuval Noah Harari, ateo, gay, rico y vegano, que ha vendido muchos millones de libros, con el español Francisco J. Soler Gil, que no es rico ni vende millones de libros.

-Harari es curioso porque reconoce con honestidad que el humanismo progresista no tiene fundamento, que es autocontradictorio, un culto a la libertad sin base. Él parte de una filosofía materialista de la ciencia. Por ejemplo,  dice que la neurociencia sugiere que no tenemos verdadera libertad. Si no hay libertad psicológica, no tiene sentido hablar de libertades políticas o legales y ese materialismo lleva a la ruina a la ética ilustrada y los derechos humanos.

»Pero Soler Gil nos avisa de que los materialistas intentan hacer pasar por ciencia lo que en realidad no es más que su filosofía o su metafísica. Hacen decir a la ciencia cosas que la ciencia no dice en realidad. En biología, neurociencia o cosmología hay muchos temas abiertos y, de hecho, últimamente en cosmología se pone especialmente complicado para los materialistas. Veamos el ejemplo del ajuste fino: cuanto más sabemos del cosmos y sus leyes, más parece estar todo milimétricamente ajustado para que aparezca la materia bien organizada, la vida y la inteligencia, para que pueda surgir el hombre, como si hubiera una Mente detrás...

-Usted también habla de la relación entre felicidad, prosperidad y religiosidad a partir del libro "Coming Apart" de Charles Murray... "Hice bien mi trabajo, construí una familia, serví a mi comunidad, mantuve la fe... y eso me da felicidad". ¿Hay estudios sobre esto en España?

-Un estudio de este tipo en España hoy parece impensable. Pero sería un tema muy interesante para una universidad católica.

»Murray descubre que hay cuatro virtudes que se correlacionan entre sí, se retroalimentan y se encuentran entre los que se declaran muy felices: religiosidad, laboriosidad, compromiso y participación social y compromiso con la familia.

»Murray luego comparó a los más ricos y más pobres de 1960 con los más ricos y más pobres de 2010 y descubrió que ahora hay más desigualdad entre ricos y pobres. Después constata que los ricos mantienen un gran nivel en esas cuatro virtudes: siguen casándose en más de un 80%, trabaja más incluso que en los 60, mantiene un nivel de religiosidad bastante alto, y mucha participación social. En cambio, en los pobres todo eso se ha hundido. Perder esos valores refuerza la pobreza.

-Quizá un socialista clásico de los años 50 hubiera hablado a favor de esos valores: laboriosidad, familia, compromiso social...

-No necesariamente. Tenemos una izquierda woke tan grotesca que últimamente nos ponemos a idealizar a la izquierda antigua, a los socialistas "de antes". Pero en el socialismo clásico hay mucho ideario anti-familia. Engels, en El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, ya en el siglo XIX, compara la relación entre hombre y mujer como la lucha de clases entre obreros y burgueses.

»Y los bolcheviques, al tomar el poder en los años 20 en Rusia, ya intentaron una revolución sexual de amor libre, colectivización de la crianza de los niños, de las mujeres... La Rusia soviética fue el primer país en legalizar el aborto. Luego Stalin dirigió una reacción conservadora porque veía que era un desastre, pero no por eso alabaremos a Stalin. Todo esto lo detalla Agustín Laje en su libro y nosotros también lo recogemos.

-Recientemente murió el sociólogo Rodney Stark, autor de "El triunfo del cristianismo" (1996). Usted nos explica este libro interesantísimo.

-Él explicó que la familia fue la clave del triunfo del cristianismo. Los cristianos tenían más hijos, los cuidaban, fomentaban el matrimonio, los paganos no lo hacían, abortaban, tenían pocos hijos...

-¿Veremos esto repetirse en nuestra época?

-La religiosidad sigue influyendo hoy, aporta más fecundidad, pero no tanta como cabría esperar. Además, imaginemos una familia cristiana que tiene dos o tres hijos, pero en el instituto a los chicos los profesores les dicen que lo que viven en casa es racismo y homofobia, que la ciencia muestra que no hay Dios, etcétera... De los dos hijos, uno quizá mantenga los valores cristianos, pero el otro será abducido por la cultura woke.

-Ya llevamos unos años de cultura woke en España. ¿Qué nos cabe esperar en el futuro? ¿Qué dicen los autores que usted comenta?

-Que hay que atreverse a hablar. Los conservadores somos más de lo que parece, pero muchos se autocensuran. No deberíamos evitar el choque intelectual con el rival. Para esto es muy útil el libro de Rod Dreher Vivir sin mentiras. Pide resistirse a la mentira... y asumir el coste. Pero hoy el coste no es que te torture la Gestapo o que te manden a Siberia. Estamos en un totalitarismo blando, no te van a matar. Pero quizá te obliguen a cambiar de trabajo. Rod Dreher nos ofrece ejemplos de personas que se enfrentaron al comunismo en Europa del Este. Muchos allí están preparados para enfrentarse al nuevo totalitarismo blando.

-Pues menos mal que es totalitarismo blando...

-¡Pero es que el totalitarismo duro sigue existiendo! Que nadie caiga en la tentación de idealizar el mundo no occidental pensando que puede ser una alternativa al Occidente woke. China sigue siendo un sistema totalitario con cientos de miles de uigures en campos de concentración y reeducación y esterilizando a sus mujeres. Y la Rusia de Putin está pasando del autoritarismo al totalitarismo, y los disidentes allí mueren en extrañas circunstancias, en extrañas 'caídas', 'accidentes', etc... Yo defiendo la libertad de expresión, de reunión, de prensa, aquí y en Rusia y donde sea.

La célebre intervención de Francisco José Contreras en el Congreso de los Diputados, el 2 de diciembre de 2020, mostrando el crucifijo que llevaba encima su tío, el sacerdote mártir Rafael Contreras Leva, cuando fue asesinado en 1936.

-Hace cierto tiempo hubo un debate sobre el papel de los intelectuales católicos en España. En España hay muchas universidades católicas y muchos intelectuales, pero no muchas voces que hablen alto...

-Es verdad que hay intelectuales católicos que viven en un Olimpo lejano y académico, con sus temas para especialistas. Necesitamos más todólogos y divulgadores. Y también los hay que callan por autocensura y miedo. No te enviarán a Siberia, pero te llamarán fascista o machista o lo que sea. No puede ser que te calles por miedo a lo que te digan.

-Dígame algo de nuestros obispos...

-En España hay algunos obispos muy valientes, como Reig Pla, Munilla, don Demetrio en  Córdoba... El arzobispo de Granada, Javier Martínez, lanzó la editorial Nuevo Inicio, una gran iniciativa, que publica los libros de Fabrice Hadjadj. Todo eso es bueno, pero es insuficiente. Echamos de menos una presencia más valiente, más decidida, de la Iglesia en los debates morales y antropológicos. Parece que la nueva derecha esté llenando un vacío, reabriendo los debates que debería abrir o reabrir la Iglesia. Y también hay en España una red formidable de escuelas católicas... y habría que preguntar qué pasa con ellas, para que la juventud salga como está.

-En los últimos capítulos del libro, comentando a Soler Gil de nuevo, hablan de la muerte. ¿Es un tema tabú?

-Es curioso que nuestra sociedad tan ilustrada, que se cree más sabia que sus antepasados, en realidad es superficial e infantil. Da la espalda al dato más importante: que todos vamos a morir. Su solución es ignorar la muerte, una especie de autoengaño colectivo. Tratamientos antienvejecimiento, dieta, ejercicio... como si eso fuera a derrotar a la muerte. Y creo que eso ha ayudado a hundir la religiosidad, que siempre estuvo ligada a la reflexión sobre la muerte.

-Pero ahora tenemos ley de eutanasia...

-Sí, y no ha habido debate en realidad sobre la eutanasia. Ninguna televisión hará un debate en condiciones sobre el tema. Es que la cultura woke siempre presenta todo como un hecho consumado, como "inevitable" porque dice que es "progreso" y que "aquí no hay nada que debatir". Y la derecha, hasta hace poco, en España se plegaba a esa estrategia, no cuestionaba nada, no daba la batalla cultural. Eso es lo que empieza a cambiar ahora.

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