La serie de Carnival Films y Masterpiece para ITV y PBS, que en España emite Antena 3 TV, está ya en su tercera temporada en el Reino Unido. Allí se emitió la semana pasada el sexto episodio, que incluye una polémica llamativa: Branson, el chófer, quiere bautizar como católica a su hija Sybil, lo cual produce una fractura en la compleja comunidad de amos y sirvientes que componen Dowton Abbey.

Salen entonces a la luz prejuicios anticatólicos que, según el creador de la serie, Julian Fellowes, no eran nada raros en la época en la que está ambientada, los primeros años del siglo XX. Él, que tiene ahora 63 años y es católico, aún los conoció en su infancia: "Se trataba de ilustrar el anticatolicismo, espontáneo y casi inconsciente, que existía en las clases altas y aún pervivía cuando yo era pequeño", declaró a The Telegraph.

"No es que ellos fuesen mala gente", continúa (y de hecho Robert Crawley, conde de Grantham y protagonista de la serie y opuesto frontalmente a ese bautizo, no lo es), "pero pensaban que de alguna manera ser católico era algo inapropiado y como no ser inglés". Fellowes considera que esta peculiar perspectiva había sido poco tratada en la televisión y decidió incluirla en su exitosa creación.

Y es que -apunta en referencia al autor de Retorno a Brideshead- "bien sabe Dios que Evelyn Waugh escribió mucho sobre los católicos, pero no tanto sobre los anticatólicos, que les superaban mucho en número en aquella época".

En la época que recuerda Fellowes porque la vivió personalmente "ya se había alcanzado ese punto en que la gente te invitaba sin problemas a sus fiestas, pero todavía muchos no quería que te casaras con sus hijas y correr el riesgo de tener nietos católicos".

"Éramos como un club... y, paradójicamente, me gustaba bastante aquello", añade el padre de Downton Abbey.