Siendo aún muy joven, el fraile misionero Manuel Hernández (Granada, 1940) se adentró lleno de ilusión por predicar el Evangelio y ayudar a los más necesitados en las inquietantes selvas de la República Democrática del Congo... sin sospechar que viviría constantemente Perseguido por las tinieblas (De Buena Tinta).

El Padre Imma (de Immanuel, en árabe, y como es ampliamente conocido) ha publicado sus relatos en clave de variopintos relatos extraídos de su experiencia de vida durante treinta años en el país africano. "Éste no es un libro de fantasías sino de relatos de hechos reales acontecidos en el día a día de la gente de aquella nación y que revelan su compleja y dramática realidad", señalan los editores.

Con motivo de la publicación de su obra, el sacerdote carmelita ha concedido una entrevista en exclusiva para Religión en Libertad.


- Yo, como la mayoría de los jóvenes del mundo, tenía un proyecto de vida y éste era un proyecto religioso: seguir las huellas de Jesús de Nazaret y hacer el bien a las gentes necesitadas. Ésto lo hice viviendo mi vida de joven religioso, después de religioso maduro, y ayudando a la gente, sobre todo en los aspectos que más me preocupaban: los religiosos, los de la sanidad y también los de la solidaridad.


- Cuando se vive en países del continente africano el abanico de posibilidades que se abren delante de nosotros es muy variado y están en consonancia con lo que yo en concreto pude percibir como colaboración con las gentes congoleñas de primera necesidad. Durante mi preparación para ir al Congo yo había estado en Lyón (Francia) haciendo un curso de medicina tropical durante seis meses que me vino muy bien para ocuparme y colaborar con el servicio de atención a personas con lepra que se había iniciado en Masisi, que luego se hizo itinerante a través de varias parroquias o misiones de la diócesis de Goma, en el Nord Kivu. Lo de construir centros de salud, puentes, sanear pantanos, etc. todo ésto fue fruto de mis inquietudes y preparación personal.


- Fue en uno de los safaris a las montañas del Nyamaboko. Al llegar a un cruce de caminos me estaba esperando un hombre para decirme que su hijito de cuatro años había sido mordido por una serpiente venenosa. Le seguí al poblado y me indico que entrara en su cabaña. Me mostraron al niño, lo tenían tapado con algunos trozos de ropa. Lo destaparon y pude ver con horror que el niño tenía ya hinchados desde los pies hasta el ombligo. En un principio intenté aplicarle la piedra negra – que se utiliza en África para estos casos – pero el grado de coagulación de la sangre del pequeño era total en las partes inflamadas del cuerpo del niño. Finalmente, y después de varios intentos pude hallar riego sanguíneo y aplicar tres piedras negras al cuerpecito del pequeño. Después lo llevamos a uno de los centros de salud de la misión cercano y se le pudo aplicar otros medicamentos. ¡Y el niño se curó ¡Ésto fue para mí enormemente gratificante.


- No se puede ocultar tantas situaciones “límites” vividas con tanto dolor. Me refiero a la situación de opresión en las que gentes del Congo han vivido, viven y vivirán todavía por mucho tiempo; opresión contra la vida y los bienes de la gente. Me explico: antes, según las tradiciones de las tribus, "jefe" era el padre de la tribu que detentaba la autoridad, y era él el que protegía a sus súbditos y a sus tierras contra las invasiones de otras tribus. Era el jefe el que distribuía la tierra a sus súbditos y el que les facilitaba la vida personal, familiar y social. A cambio los súbditos le entregaban parte de sus cosechas, de su caza y pesca u otros. Aunque también había injusticias en aquellos tiempos.

Cuando la vida se fue “modernizando” y los grandes aparatos de electrónica, de elegantes automóviles, de posibilidad de recorrer el mundo, etc. aparecieron, los jefes dejaron sus obligaciones de "padres" y protectores de la tribu para pasar a ser sus explotadores con la finalidad de cubrir todos sus nuevos gastos. Ésto no solamente lo hicieron los jefes de la tribu, sino también cualquiera de las miles de autoridades que aparecían por todas partes. Para exprimir -robar– al pueblo se metía en los calabozos a las gentes, se les maltrataba y hasta se les mataba. Todo ésto hace que se vea a estos nuevos “ricos” como explotadores y no como verdaderos jefes del pueblo.


- En situaciones como vengo explicando, el misionero no puede permanecer neutral y denuncia las situaciones que se dan en la vida real. Ésto no gusta a los que abusan de sus gentes y se va creando en ellos una actitud de repulsa para con el misionero "entrometido" hasta que se crea un complot o “tinieblas” para eliminarlo. Ésto es lo que yo viví y por ésto fue por lo que se me amenazó hasta llevarme cerquita de la muerte, como podéis leer en mi libro.


- Favorecidos por la colonización belga, los católicos se fueron multiplicando en el Congo. Con el tiempo también las diversas iglesias cristianas protestantes han proliferado mucho. Con la Zairización del país por Mobutu, se hizo muy difícil la vida de los católicos los cuales, a pesar de todas las dificultades vividas, siguen siendo mayoría en el país. En nuestros días está aumentando también mucho el número de musulmanes.


- El Gobierno actual del Congo es una marioneta en manos del Gobierno de Kigali (Ruanda) y las iglesias cristianas son más o menos libres puesto que no existe una ideología de gobierno como la que, por ejemplo, impuso Mobutu. Pero en una situación de desorden político, toda la variedad de autoridades que se dan en el país aparecen y tomando para sí su poder absoluto lo imponen dando como fruto muchas de las injusticias que se cometen en la actualidad en el Congo.  Ésto naturalmente hará que los conflictos con la Iglesia Católica sean inevitables.

 FICHA TÉCNICA  COMPRA ONLINE
Título: Perseguido por las tinieblas TiendaLibres
Autor: Padre Imma El Corte Inglés (papel) (e-book)
Editorial:   De Buena Tinta El Mundo.es (papel y e-book)
Páginas: 288 páginas Gandhi (papel) (e-book)
Precio 17 euros