- No sabía que los judíos fueran al Cielo - comenta Antón, de unos 10 años, mirando las nubes.

- Claro que sí, tenemos nuestro propio Cielo especial - le responde su amigo Yasha, de similar edad, tumbado a su lado.

Antón, como casi todos en su aldea ucraniana, es católico y de etnia alemana. Yasha (diminutivo de Yakob) es su amigo, el hijo del tendero judío. No son los mejores teólogos del mundo pero son muy amigos y a Yasha le atraen también las niñas de la familia de Antón. Sus padres se llevan bien.

Pero el año es 1919, durante la Guerra Civil rusa. Aquí la violencia la traen la comisaria comunista y sus hombres. La militar comunista alude a agravios de clase sufridos en su infancia mientras inicia una espiral de muerte y abuso. ¿Podrá la inocencia y la amistad de los dos niños superar la lógica de la violencia ideológica, del odio y de la venganza?

Este es el tema de Antón, su amigo y la Revolución Rusa (web aquí), película hermosa, melancólica, pero no desesperanzada, que se estrena el 12 de febrero en cines de España.

Una matanza real en el origen de la historia

El guionista es el canadiense Dale Eisler, que escribió por primera vez esta historia en forma de novela en 2010 investigando la historia de su familia, granjeros alemanes asentados en Ucrania. Los bolcheviques acudieron a la aldea granjera de su abuelo cerca de Odessa y lo mataron, delante de su esposa y sus 9 niños.

Eisler intentó hacer una investigación histórica hablando con sus parientes vivos. Fue imposible: "se emocionaban demasiado, yo no podía investigarlo como quería".

El único documento histórico que encontró fue una nota de periódico con la lista de 12 hombres asesinados cierto día en la aldea de su abuelo, incluyéndole a él. Su libro, aunque basado en esta historia real y familiar, al final fue una novela de ficción histórica.

Tetiana Grachik es la comisaria comunista... querríamos que no estuviera del todo corrupta

Muchos lectores le dijeron que podía dar para una buena película, así que escribió un guión. Y acabó en manos del director georgiano Zaza Urushadze, quien en 2013 fue nominado al Oscar por su película Mandarinas. Antón fue su última película: Urushadze murió en diciembre de 2019 con 53 años. Dejó este testamento artístico visualmente bello y que plantea grandes preguntas.

Diversidad de idiomas, una misma naturaleza

Lo ideal para quien le gusten los idiomas es poder ver la película subtitulada, porque recoge con enorme naturalidad y realismo el bilingüismo de los niños alemanes, que entre ellos hablan en alemán, pero con los judíos y rusos hablan en ruso. La aldea es católica y la misa, por supuesto, es en latín. Los judíos, Yasha y su padre, nunca usan el yiddish en el film, aunque sí celebran el sabbat en casa.

La diversidad de los vecinos no es problema. Algunos niños molestan a Yasha, pero Antón le ayuda con su tirachinas. Luego comparten pan, en una escena de gran simbolismo.

Niñas granjeras (las hermanas de Antón) vestidas de domingo para ir a misa en su aldea ucraniana

En realidad, será el resentimiento ideológico de los bolcheviques y su voluntad de poder absoluto lo que traerá la violencia al pueblo.

El resentimiento, la clave del comunismo

"Hombres como tú, trabajadores y creyentes, mataron a mi padre", dice Dora, la jefa bolchevique. "Dios no existe", proclama solemnemente antes de empezar sus tropelías selectivas, para que quede claro que la nueva moral, sin Dios, es la de las armas.

Hay una mezcla de arbitrariedad, banalidad, venganza personal y manual de represalia escalonada en su violencia.

Los niños contemplan cómo los bolcheviques confiscan los alimentos de las granjas. "Hacen su trabajo", dice la madre de Antón a su hijo, para evitar una escalada de odio en el pequeño. El niño no odia, pero dice: "nos quitan la comida, eso no es un trabajo". Es un bofetón a la "épica del trabajo" del comunismo, que en la práctica, efectivamente, no es más que robo.

La actriz Tetiana Grachik tiene un algo dulce que logra que queramos ver la conversión o salvación de Dora. No queremos creer que esté del todo corrompida, ni por la venganza ni por el fanatismo comunista. Parece querer soñar sinceramente con un mundo futuro mejor, parece que Trotsky, su amante, se lo promete. Pero ella entiende que el amor que Trotsky le ofrece no es amor verdadero, sólo es placer pasajero entre "camaradas". Sabe que no es bastante, sabe que ni ese romance ni el bolchevismo llena su corazón... pero no dará pasos para mejorar, ha quedado integrada en la lógica del sistema, como una tuerca en un engranaje.

Anton ayuda en misa como monaguillo... el latín resuena en esta aldea campesina alemana de Ucrania

El párroco, la enseñanza de Jesús... y la lógica de las armas

Otro personaje que nos atrapa es el párroco joven, Friedrich, el tío de Antón. En misa predica el perdón a los enemigos. "Tenemos que hacernos como niños", insiste en las homilías. Cita a Jesús y ¿no tiene razón Jesús?

Pero a escondidas el joven párroco maniobra contra los bolcheviques junto con el padre de Yasha. El judío actúa motivado por venganza: su mujer fue violada y asesinada por ellos. Se les muestra dócil y colaborador. El párroco, a su vez, se dice a sí mismo que no quiere venganza, sino evitar grandes males con un par de golpes selectivos.

Todos los adultos tienen "buenas" razones para matarse unos a otros. Los niños, en cambio, sólo piensan en ayudar. Y hablan mucho del Cielo, porque tienen allí a sus seres queridos, fallecidos. "Si miras bien a lo mejor los ves", dicen.  Los niños tienen la perspectiva celestial de la que carecen los adultos, que se aferran a las armas.

Pero los adultos también hacen chocar las ideas.

- ¿Qué hay del no matarás? -pregunta un comunista preso a un cristiano, temiendo que le maten.

- He leído vuestros delirios, eso de que sólo sobrevive el que se adapta. ¿Adaptarse significa que debo ser como tú? -responde el cristiano.

Ese es el dilema: combatir al mal con las armas del mal, al violento con las armas del violento, al materialista inmoral con armas de materialismo inmoral, ¿no nos hace convertirnos en aquello que combatíamos?

¿Fotograma o pintura? La película a menudo disfruta de los paisajes como si fuera una exposición de cuadros rurales de estilo realista o costumbrista

El super-hombre... es un golem, menos que un hombre

En cuanto al líder comunista, se presenta como "un golem, un mecanismo". El super-hombre apenas pretender ser hombre. No hay maldad: es una máquina y tritura a los hombres si hace falta, dice su moral.

"Nuestros hijos serán educados por el soviet, el amor y el placer estarán al servicio de todos", proclama el jefe comunista a Dora.

"Derrotamos a Dios y los hombres ya tienen un nuevo dios", dice la comisaria refiriéndose a su líder. Pero "¿y el amor?", pregunta ella. Porque el nuevo dios ni ama ni perdona. ¿Cuánto puede durar?

La película dura 100 minutos, la pueden entender niños de 12 años o más, aunque es tranquila y triste. Es pausada, pero a mitad del filme se acelera la trama. Aunque hay disparos y persecuciones y muertes, su verdadero conflicto es moral. Puede resultar ideal para una clase de ética en el instituto. Quizá podría organizarse algún pase parroquial en esos pueblos donde últimamente arrancan cruces e invitar a las autoridades municipales.

Trailer, versión subtitulada (pasan del ruso al alemán continuamente)

Trailer en su versión en español

 

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