La primera novela de la serie Mondo piccolo [Pequeño mundo], Don Camilo, apareció en 1948, y consagró para siempre a su autor, Giovanni Guareschi (19081968), y a su personaje, ese cura atrabiliario de puños de hierro y corazón de oro que vaciaba ante el crucifijo de su parroquia, en la "Italia profunda", sus innumerables enfrentamientos con otro hombre de puños de hierro y corazón de oro... pero comunista: el alcalde, Peppone.

Sólo tres años después, en 1951, el gran cómico Fernandel protagonizaba la primera película basada en las novelas de Guareschi, y haría también inseparable su rostro de la caracterización de Don Camilo.

Quizá por la fuerza de ambas expresiones culturales, novela y cine, nunca se hizo un cómic de Don Camilo, ni siquiera mientras duró, hasta bien entrados los años setenta, la edad de oro de esa peculiar forma artística de nuestro tiempo.

Hasta ahora. Un editor de 41 años, Giovanni Ferrario, ha publicado en su editorial, ReNoir comics, el primer volumen de la saga, y ha agotado en días la primera edición. "Como católico, me encanta Guareschi, y me pregunté cómo nadie había pensado nunca en traducir su obra a viñetas". A diferencia de las versiones fílmicas, que obviamente sólo recogen una pequeña parte de las historias guareschianas, esta iniciativa permitirá poner al alcance de todos los 346 relatos de Pequeño mundo.

Los herederos de Guareschi, Alberto y Carlotta, han apoyado con entusiasmo el proyecto, leemos en La Bussola Quotidiana, donde Antonio Giuliano recuerda que el escritor era también un excelente ilustrador.

Al final serán treinta volúmenes, de los que en breve aparecerán la segunda y tercera entregas... y la segunda edición de la primera. Ferrario destaca además que en la reciente Feria del Cómic de Lucca, quienes más compraban la obra eran jóvenes y ateos. Es, en cierto modo, "la nostalgia de un pasado de pasiones auténticas y de un respeto entre derecha e izquierda, entre comunistas y católicos, que hoy ya no existe entre adversarios políticos".

En cualquier caso, como señala Mario Palmaro en el prólogo, el verdadero protagonista de las historias no es Don Camilo, sino el crucifijo con el que habla: "Pequeño mundo es un mundo en el cual el bien se bate en todo momento con las tentaciones del Maligno y con la locura de la ideología. Pero es también un mundo en el cual los hombres, en última instancia, escuchan la voz del Cristo del altar mayor. En el fondo, ante la imagen de Don Camilo hablando con Jesús, incluso un ateo tiene que pensar en su corazón: ´¡Qué hermoso sería vivir en un lugar donde Dios me escuchase y me hablase!´. Ese deseo es ya una oración. El ´curazo´ de la Bassa [región de la Emilia-Romaña donde se sitúa la acción] y el alcalde comunista llevan a cabo ese pequeño milagro: coger de la mano a una humanidad a menudo infeliz, cínica y sin esperanza, y reconciliarla con la vida".