Recién terminada la festividad judía de Janucá –sobre la que el Papa Francisco hizo una bella reflexión en relación a la Navidad cristiana- parece buen momento para decir que los estudios sobre el hebraísmo han sido una constante de enorme interés en la Iglesia Católica española por dos motivos: la traducción de los textos sagrados y el conocimiento profundo de su contextualización, así como la historia de los judíos en España.

En la España del siglo XX, la práctica totalidad de los especialistas en estudios hebraicos han sido católicos convencidos. Repasaremos algunos a continuación.

Benito Arias Montano, biblista y hebraísta del siglo XVI

Un egregio pionero de los estudios hebraicos realizados en España fue el extremeño Benito Arias Montano (1527–1598). Destacado humanista de la Contrarreforma, e importante hebraísta y biblista, supervisó la edición de Biblia Políglota de Amberes. Comenzó sus estudios en Sevilla, y los terminó en la universidad de Alcalá de Henares. Llegó a dominar 10 lenguas, el hebreo entre ellas, por supuesto.


Sacerdote, biblista y Bibliotecario Real Benito Arias Montano (1527–1598); el cuadro, en el Museo del Prado, es del siglo XVII

En Alcalá aprendió el método de estudio bíblico de los maestros del Colegio Trilingüe y conoció al también alumno fray Luis de León, iniciándose así durante los últimos años del reinado de Carlos V una amistad que duraría toda la vida. Arias Montano comenzó a escribir poesía.

Por su dominio de las lenguas hebrea, caldea y siríaca fue llamado el Jerónimo español (en referencia al erudito San Jerónimo, autor de la Vulgata, traducción latina de la Biblia).

Arias Montano volvió a Sevilla en 1556 a estudiar medicina y botánica. Con treinta y tres años (1560) fue ordenado sacerdote de la Orden de Santiago y admitido en el monasterio de San Marcos de León. Formó parte de la delegación española presente en el Concilio de Trento (1545- 1563), con dos discursos sobre el divorcio y la comunión bajo las dos especies.

De regreso a España fue nombrado capellán del Rey, y recibió el encargo de ser el supervisor real de la nueva Biblia Políglota en cinco lenguas, la Biblia Regia o Biblia de Amberes, algo que en esta ciudad realizaban expertos franceses y flamencos. La obra se publicó en 1571, y contó con ocho volúmenes.

Regresó a España en 1576 para ser Bibliotecario Real. Felipe II le encargó la dirección de una biblioteca donde intentaba recopilar todo el saber conocido hasta el momento, la famosísima Biblioteca Laurentina, en el Monasterio de El Escorial, una de las mayores del mundo, probablemente en la época la segunda de la Cristiandad después de la del Vaticano. Como bibliotecario compró e inventarió los libros. María Fuencisla García Casar recoge en el Diccionario Biográfico Español gran parte de lo hasta aquí dicho, toda la obra de Arias Montano, y una abundante bibliografía sobre dicho personaje.

El CSIC en 1941 crea un instituto de Estudios Hebraicos

En 1941 el CSIC – Centro Superior de Investigaciones Científicas, fundado por José Ibáñez-Martín y Jose Mª Albareda, ambos católicos devotos- creó en Madrid la Escuela de Estudios Hebraicos que fue adscrita al Instituto Arias Montano, llamado así en honor al hebraísta del siglo XVI.

Con ese centro, el hebraísmo pasó a institucionalizarse como disciplina en España. Sus impulsores eran los hebraístas Francisco Cantera Burgos y José María Millás Vallicrosa, ambos profundamente católicos.


Francisco Cantera Burgos, fue el principal protagonista de la fundación del Instituto Arias Montano de Estudios Hebraicos y de su revista Sefarad; escultura en Miranda de Ebro, su ciudad natal

Francisco Cantera Burgos (1901-1978) fue uno de los grandes hebraístas españoles. Como José Ibáñez-Martín, era miembro de la Asociación Católica de Propagandistas. Estudió en los Sagrados Corazones, se licenció en Filosofía y Letras por la Universidad Central de Madrid y en Derecho por la Universidad de Valladolid. Ganó la cátedra de Lengua y Literatura Hebreas de la Universidad de Salamanca, y en 1934 ganó la misma cátedra en la Universidad Central de Madrid, desde donde impulsó los estudios judaicos españoles.

Estuvo al frente del Instituto Benito Arias Montano de Estudios Hebraicos desde su fundación hasta 1965. También fue cofundador con Jose Mª Vallicrosa de la prestigiosa revista Sefarad, editada por la Editorial CSIC (considerada la mejor editorial científica española; en 2020 cumplió sus 80 años de andadura).

Sefarad es la primera revista española de estudios hebraicos. La impresión técnica tenía sus retos cuando nació: era la primera vez que en la España Moderna se imprimían letras hebreas. Hoy se sigue editando en Madrid, en el Instituto de Lenguas y Culturas del Mediterráneo y Oriente Próximo del CSIC (ILC), donde sobrevive esta línea de estudios hebraicos. Publica artículos originales y reseñas de filología y crítica textual de la Biblia Hebrea (y sus versiones antiguas y comentarios); filología y lingüística de las lenguas hebrea y aramea; historia y cultura de los judíos en España; y lengua y literatura, historia y producción cultural de los sefardíes.

Francisco Cantera Burgos ingresó en 1951 en la Real Academia de la Historia, y fue también miembro de la ‘American Academy for Jewish Research’, y del Comité Presidencial de la Unión Mundial de Estudios Judíos. Publicó más de 1.300 trabajos e hizo una traducción de la Biblia hebrea al español. Entre sus obras sobresalen: Las Inscripciones hebraicas en España (1956), Sinagogas de Toledo, Segovia y Córdoba (1973), Fuero de Miranda de Ebro (1980), Seis temas mirandeses (1981), Sinagogas españolas (1984), La Judería de Miranda de Ebro (1987), Historia medieval de Miranda de Ebro (1991)..

 


José Mª Millás Vallicrosa, cofundador del Instituto Arias Montano de Estudios Hebraicos y de su emblemática revista, Sefarad

De esa misma época es el catalán José Mª Millás Vallicrosa (1897-1970), que se doctoró en Madrid, se especializó en hebraísmo y fue cofundador del instituto Arias Montano y de la revista Sefarad. Millás estudió Abogacía y Filosofía y Letras en la Universidad de Barcelona. Desde 1936 se dedicó al estudio científico del mundo hebreo.

Catedrático de Lengua y Literatura Hebreas en la Universidad de Madrid y Barcelona, Académico de la Real de Historia, llegó a pertenecer a casi una veintena de sociedades científicas nacionales e internacionales. Villás fue presidente desde 1958 de la Asociación para el Estudio de la Ciencia Española, y formó parte de la Asociación de Amigos de la Universidad de Jerusalén.

Como recoge Fuencisla García Casar en el Diccionario Biográfico Español –señalando además lo más relevante de su obra- fueron algunos de sus más importantes temas de estudio el estrofismo bíblico y poesía hebrea, literatura hebraico-española, códices, manuscritos y documentos hebraicos, epigrafía y arqueología hebreas, toponimia púnica, historia de los judíos y de los conversos, necrópolis judaicas, Cábala y Talmud, apologética y polémica, historia de la ciencia en sus textos, instrumentos, astronomía, astrología, y medicina.

Sobre su acendrada religiosidad católica habló en extenso el teólogo Sebastián Bartina, abundando en su odio a la maledicencia, su preocupación por el ecumenismo, su respeto a enemigos y agnósticos… y definiendo su vida como un "continuo caminar hacia la Sabiduría".


Francisca Vendrell Gallostra, con su esposo J.M.Millás, la más importante mujer científica en los inicios del Instituto Benito Arias Montano del CSIC

La esposa de Millás Vallicrosa, la barcelonesa Francisca Vendrell Gallostra (1902-1994), también fue una hebraísta importante. Estudió filosofía y letras en Barcelona y se licenció en 1921. Se doctoró en 1931 con la tesis ‘La corte literaria de Alfonso V de Aragón y tres poetas de la misma’ (1933). Publicó importantes trabajos sobre judíos y conversos de la corona catalanoaragonesa en el s. XV en Sefarad y otras revistas científicas, y sobre la época de Fernando I.

En 1946 Francisca Vendrell publicó una edición crítica de ‘El cancionero de palacio’, y en 1956, en colaboración con A.Masià, ‘Jaume el Dissortat, último conde de Urgell’ (1956). Fue autora del capítulo Los cancioneros del siglo XV, de la Historia general de las literaturas hispánicas dirigida por G.Díaz-Plaja, y de la obra Rentas reales de Aragón de la época de Fernando I (1412-1416) (1977).

Alejandro Diez-Macho (1916-1984), sacerdote a la busca de manuscritos arameos

Alejandro Diez-Macho (1916-1984) fue sacerdote misionero y un erudito de los estudios semíticos y hebraicos, hasta el punto de participar en el Concilio Vaticano II como perito bíblico de los obispos de lengua hispana.

Hizo la carrera de Filosofía y Letras en la especialidad de Filología Semítica, con premio extraordinario en su licenciatura (1943). En 1945 se doctoró. En 1944 comenzó en Barcelona su carrera docente como profesor ayudante, alcanzando la cátedra en lengua y literatura hebrea y rabínica en 1949. Desde 1944 perteneció al Instituto Arias Montano del CSIC.

En 1949 se incorporó al proyecto de edición de la Biblia Políglota Matritense de la Biblioteca de Autores Cristianos y el CSIC, encargado de la sección aramea.

El CSIC le pensionó –mucho más generosamente que la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas- para recoger en Bibliotecas extranjeras material manuscrito aramaico. Visitó las Bibliotecas Vaticana, Casanatense y Angélica de Roma y Palatina de Parma, Nacional de París, Museo Británico de Londres y Bodleyana de Oxford y Universitaria de Cambridge. Tuvo más pensiones en 1951 y 1952.

Pasó dos años entregado exclusivamente a la investigación científica de manuscritos de midrash hebreos y arameos de bibliotecas de Estados Unidos, particularmente la del Seminario Judío de Nueva York, que es sin duda la más rica. En agosto de 1955 volvió a España habiendo estudiado los manuscritos Cincinnati, Instituto Oriental de Chicago, Biblioteca del Congreso de Washington, Jewish Institute, y Jewish Theological Seminary de Nueva York, Biblioteca de la Universidad de Columbia, del Union Theological Seminary y del General Theological Seminary de Nueva York, tras relacionarse con los orientalistas de Harvard y Yale y con el Dropsie College de Philadelphia, entre otros.

Consiguió una gran filmoteca de manuscritos arameos, en su época sólo superada por la del Departamento de Manuscritos Hebreos de la Universidad de Jerusalén.

En 1956 descubrió en la Biblioteca Vaticana el manuscrito Neofiti 1, que contenía el Targum Palestinense dado por perdido desde el siglo XVI. Los targumim (plural de targum) son traducciones de la Biblia hebrea a la lengua aramea acompañadas de comentarios. Su publicación en seis espléndidos volúmenes le situaron a nivel internacional en la cumbre de los estudiosos de la Biblia. Luego haría lo mismo con otros fragmentos del Targum Palestinense al Pentateuco y a los Profetas, descubriendo también manuscritos fundamentales para el Targum de Onqelos. Además co-dirigió con Sebastián Bartina la Enciclopedia de la Biblia, y dirigió la conocida como La Biblia más bella del mundo (Buenos Aires, 7 vols.), traducción de los textos originales con comentario, haciendo él la mayor parte de las introducciones.

La mayor parte de su actividad científica la realizó, según cuentan sus colaboradores, gravemente enferma durante largos años de su vida, desde 1945 que le quitaron un riñón, pasando tras dieciséis intervenciones quirúrgicas a quitarle en 1983 el otro, la diálisis, etc.

Su inquietud por llegar a muchas personas le hizo fundar y dirigir en Barcelona la Congregación Mariana de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, y también crear los llamados «Catecismos de Calle», consistentes en enseñar el Catecismo a los barraquistas de Barcelona, algo que hizo durante años acompañado de jóvenes universitarios y obreros. Durante el curso 1951-52 fundó y dirigió en Barcelona las «Conversaciones Católicas de Intelectuales». Fue Consejero de Educación Nacional, en la sección de Universidades y Alta Cultura.

Sobre el nivel de los estudios semíticos en España dijo: "Del arabismo español no hay que hacer encomios, pues es reconocido como de gran altura desde hace tiempo. En el campo hebraico, creo que la aportación española es cotizada muy alto en el campo internacional. Un gran profesor judío americano me dijo –no es la primera vez que lo he oído– que la revista Sefarad de Estudios Hebraicos es la mejor de su género en el mundo; mejor que la Jewish Quarterly Review e incluso que Tarbiz. Ciertamente es la mejor revista hebraica hecha por cristianos".