El diario ABC publica este martes una interesante entrevista a Juan Manuel Cotelo, el guionista y director de “La última cima”. Su película ha tenido un éxito rotundo. Cosa no fácil “hablando bien de un cura”, como dice él. Le habían avisado que por hablar bien de un cura lo iban a machacar, ya que lo que se lleva es todo lo contrario.

No pretendo hablar de Pablo Domínguez, de sobra conocido, sobre todo a raíz de la película. Era realmente un sacerdote ejemplar por su entrega a Dios, su dedicación a enseñar Teología, por su vida espiritual y por su simpatía personal. Dios da sus dones a manos llenas a quien quiere recibirlos.

Pretendo ofrecer unos apuntes sobre la personalidad del mismo Director de la película, que quedan reflejados en la entrevista que comentamos. No es menos importante que un hombre dedicado al cine, metido en un ambiente difícil, envuelto en una atmósfera agnóstica, y generalmente hostil a todo lo que suene a religión, sobre todo la católica, de pronto encuentre la fe en Jesucristo.

Lo había invitado un amigo a una conferencia que iba a dictar el sacerdote Pablo Domínguez. A él no le apetecía nada robar unas horas de su fin de semana para ir a escuchar a un cura. El amigo le insiste, incluso le pide que lo grabe con su cámara. Al final  fue a la conferencia “para quitarme de encima al pesado de mi amigo, así de claro”, afirma Juan Manuel.

Le habían dicho: “Si crucificas a un sacerdote en público tendrás éxito, pero si hablas bien de un cura te crucificarán a ti”.  Esa frase, afirma él, se la regaló un profesional importante, “pero tengo un defecto –comenta-: yo muero por  mi libertad, no me vendo, y si he conocido a este cura contra mi voluntad y su historia me ha emocionado, no voy a disimularlo ni a esconderlo. Y si la película no le gusta a nadie, o a 10 millo es de personas,  me da igual, porque ¡yo muero por mi libertad!”.

Juan Manuel Cotelo es de una familia tradicionalmente creyente. Su padre murió en  un atentado terrorista cuando él tenía 13 años. Su madre se quedó sola con 9 hijos, pero les dijo a todos que “en esta casa no cabe la tristeza, no cabe el odio, vuestro padre está en el Cielo, y nosotros vamos a vivir mañana igual que hemos vivido hasta hoy”.

Con el tiempo, afirma Cotelo, el se preguntó cómo pudo hablar su madre con tanta entereza, “y al final, la única respuesta que encuentro es el amor de Dios, no hay otra”. Lo que movía a su madre era la gran confianza que tenía en Dios, y no hay más secretos. Cita en la entrevista la actitud de su madre ante los problemas serios. “Por la noche en la cama le decía a Dios: -No sé cómo solucionarlo, así que te ocupas Tú, y yo me duermo”.  Impresionante testimonio de fe de una mujer que, sin duda, deja grabada en el alma de sus hijos cómo hay que vivir la fe. Con una total apertura a Dios.

Y aquel sacerdote que había descubierto, y que le había dicho que lo que necesitara de él se lo pidiera, de pronto, a los pocos días se muere. Y él queda impactado profundamente. Y se le ocurre devolverle el favor que había recibido de él haciendo una película, un reportaje, sobre su vida. Y en esas imágenes proyectadas en las pantallas de bastantes cines de España, ha dejado plasmado el amor a Dios, y a los sacerdotes en la persona de Pablo Domínguez. Necesitamos muchos directores de este temple y valentía. Sin duda el  está dispuesto a morir por su libertad

Juan García Inza

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