Reproduzco

Yo soy un individuo muy prudente y, a la vez, "práctico".

En una situación forzada tengo que elegir entre A y B.
Yo pienso: Con un ojo todavía puedo ver. Elijo B, y me quedo tuerto.

Nuevamente debo elegir entre A y B.
Reflexiono. Me quedo ciego, pero, por lo menos, aún podré hablar.

Elijo, pues, a B.

Sucesivas elecciones terminan con el resultado que se puede prever: ni ojos, ni lengua, ni manos, ni pies...

Lo gracioso del caso es que mi elección ha sido siempre, no sólo legítima, sino verdaderamente racional y razonable.

Pero, no es necesario decirlo, algo ha fallado.

¿Tiene esto algo que ver con el sistema político, donde siempre existen dos partidos principales:
Seguro que ya has puesto siglas a A y a B.