Si el primer rasgo del semicristiano es atrevido (seleccionar dogmas, ver aquí), el segundo es sorprendente, por decir algo.

Y lo es porque va contra las matemáticas más elementales. Cualquier escolar sabe que lo que está primero va delante de todo lo demás. Y lo que está sexto va... en sexto lugar. ¿Obvio? Para el semicristiano no.

Trasladado al cristianismo sería: el Primer Mandamiento es el primero y el Sexto es el sexto. Sin embargo el semicristiano convierte (en la práctica) el sexto mandamiento en el primero. Y así consideran los pecados -e incluso sólo la sospecha de pecado- contra el sexto los más horrendos e imperdonables, juzgan a los demás en función del sexto, se creen mejores o peores en función del sexto... mientras que cumplir o no el primero, amar o no a Dios, carece para ellos de la menor importancia.

Que nadie me malinterprete. Hay que cumplir todos los mandamientos sin excepción. Pero Dios los puso por orden y Cristo lo remachó señalando a las claras cuál es el primero de todos. Así que lo que digo es que las cosas por su orden. Primero lo primero, y luego lo demás.

Si alguno aún no lo entiende, que vuelva a la escuela.

Aramis