Está circulando profusamente por whatsapp un breve video que recoge el resumen de una conferencia pronunciada por Don Alfonso Borrego, descendiente del jefe apache Jerónimo y presidente del Cultural Heritage Society of the Camino Real de Tierra Adentro, en el que denuncia quiénes son los auténticos genocidas de América, que no son, según él, precisamente los españoles. En él les escuchamos decir:

            “Si no más vas a los estados de nombre español, Montana, Colorado, Nuevo Méjico, Arizona, Nevada, Utah, California,Tejas, Florida. En esos estados están las reservaciones de los indios, hoy. Pero no hay reservaciones en Iowa, Ohio, Alabama Misisipi, North Carolina, Virginia… No… Y les digo ¿sabes por qué? No más tienes que ir a mi lugar favorito, Plymouth Rock. ¿Saben lo que es eso? En Masachussets cuando llegaron los ingleses, veintidós años después de que Oñate llegó a San Elizario, allí, en Massachussets, cuando llegaron los ingleses, se toparon con la tribu que se llama Uampanok, que nosotros es el primer día de gracias que se celebra en noviembre. Muy bonito, ¡gracias ingleses! Y el Presidente Lincoln lo usó como ejemplo para el día de gracias de la nación. Muy bonito. Pero les digo, ¿pero donde están los uampas, los uampanocks? ¿Donde están los uampanoks? No hay ni uno, no hay. ¿Sabes por qué no hay? Porque la diferencia entre un inglés y un español es que los ingleses mataron a todos los indios de Plymouth Rock hasta los estados de nombre español. Esta es la diferencia”.

            Es, desde luego, muy de agradecer el testimonio que da una persona que resulta ser nada menos que un descendiente del gran jefe apache Jerónimo, que, por cierto, para los que no lo sepan, era católico e hispanoparlante. Se trata de un testimonio sincero y, dadas las circunstancias, incluso valiente. Pero no se enfadará el buen amigo de España que es Alfonso Borrego si hacemos algunas precisiones para quienes de su testimonio sólo conocen lo que está circulando por los whasapps de los españoles estos días.

            Lo primero es que, aunque no falta razón a Borrego cuando asegura que si en algún lugar de los Estados Unidos quedan indios es, efectivamente, en los estados occidentales con nombre español, evangelizados y colonizados por los misioneros españoles católicos con anterioridad a que llegaran los colonos anglosajones protestantes, eso no debe llevar a nadie al equívoco de que también allí, también en esos estados con nombre español del territorio estadounidense, y una vez que sustituyeron a los misioneros españoles, los colonos anglosajones protestantes norteamericanos continuaron realizando, exactamente igual que en el este, el espeluznante y organizado trabajo de exterminio que caracterizó su colonización del territorio.

            Un trabajo que es ejecutado a partir de ese maldito año de 1848 en que, como resultado de la Guerra Mejicano-Norteamericana, los Estados Unidos de Norteamérica le arrebatan a Méjico dos millones y medio de los cinco millones de kilómetros cuadrados que España le había dejado como herencia cuando a principio del s. XIX abandona el escenario, que añadir, por cierto, a los que ese mismo Méjico independiente, se había “dejado” ya por el sur, cuando se le separan las repúblicas centroamericanas de Guatemala, Honduras, Salvador, Costa Rica y Nicaragua.

             Sí, porque esto debe de quedar bien claro: cuando en 1821 España abandona el escenario, le lega a Méjico cinco millones de kilómetros cuadrados, de los que Méjico se ha dejado en el camino, -él solito, y nada más que él-, tres millones cien mil, es decir, ¡bastante más de un 60% de su territorio! No, señor Obrador, no sólo no le voy a pedir perdón, antes al contrario, le pido explicaciones: ¿qué han hecho Vds. con el inmenso territorio que les dejamos?

            Dicho todo lo cual, se entiende bien que el porcentaje de indios puros en los Estados Unidos no alcance ni el 1%, mientras que en los países colonizados por España, y aún en esos estados norteamericanos antes de que llegaran los colonos protestantes anglosajones, el porcentaje sea igual o incluso superior al 20%. Un porcentaje, el 1% del que hablamos, que, ¡mire Vd. qué casualidad!, es el mismo que el de otros lugares del continente americano en el que los anglosajones protestantes también terminaron sustituyendo a los misioneros españoles, aunque en esta ocasión no hablemos de yankees, sino directamente de ingleses, como es el caso de Jamaica o de Trinidad y Tobago, islas en las que las poblaciones indígenas fueron no sólo exterminadas, sino directamente “sustituídas” por poblaciones negras provenientes de Africa para el monocultivo intensivo del azúcar.

            Y lo que es aún más revelador: el mestizaje. Un mestizaje que en los Estados Unidos alcanza un enojoso porcentaje equivalente a cero, cero pelotero, como no puede ser de otra manera en un país en el que hasta 1967, -¡¡¡hasta 1967!!! ¿se da Vd. cuenta? 1967, anteayer como el que dice-, los matrimonios mixtos estaban prohibidos y eran perseguidos. Compárese con la exhortación que ¡¡¡en 1502!!!, es decir, ¡¡¡casi cinco siglos antes!!!, hacía ya la Reina Católica a los españoles para que se casaran con mujeres indígenas, una invitación que aceptarán gustosos, sólo a modo de ejemplo, el conquistador de Venezuela, Alonso de Ojeda, el de Méjico Juan de Jaramillo, o el de Perú Francisco Pizarro. O la regulación que de esos matrimonios, cada vez más frecuentes, se verá obligado a realizar Fernando el Católico en 1516. Resultado de todo lo cual, el 60% al que asciende en todo el continente colonizado por los españoles esa raza nueva y mestiza que es la raza hispanoamericana.

            Habla Borrego de las reservaciones (reservas) de indios existentes en los estados norteamericanos de nombre español, en las que, por lo menos, quedan indios, porque sí, como bien dice él, en Estados Unidos, donde no hay reservas ni siquiera hay indios.

            Ahora bien, una cosa debe quedar suficientemente clara: esas reservas no son españolas, no las hizo España, no constituyeron en modo alguno el modelo de colonización español, que no fue otro que el de la convivencia. Los indios norteamericanos en los estados del oeste estadounidense convivieron con los españoles, adquirieron los modos y conocimientos españoles, y hasta tenían propiedades privadas y registros en los que éstas quedaban certificadas. Porque las reservaciones de las que habla el Sr. Borrego las crearon los colonos protestantes anglosajones, los yankees para que nos entendamos, para  confinar y controlar en ellas a los pocos indios que se les escaparon.

            Por lo demás, no me queda sino agradecer a Don Alfonso Borrego su valiente y sincero testimonio… podría decir "tan leal para con España", aunque diré más bien, tan leal para con la Verdad, así con mayúsculas.

            Historias como ésta y muchas más le cuento en mi último libro “Historia desconocida del Descubrimiento de América. En busca de la Nueva Ruta de la Seda”. Que haga Vd. mucho bien y que no reciba menos.

 

 

            ©L.A.

            Si desea ponerse en contacto con el autor, puede hacerlo en encuerpoyalma@movistar.es. En Twitter  @LuisAntequeraB