ESTAMPA Junto a Crónica (1929-1938), será la revista que modernizará el periodismo gráfico español de actualidad. Diseñada por Antonio González Linares (1875-1945), que será su primer director y le proporcionará el estilo de “magazín” que había aprendido en el periodismo francés durante su estancia en París. La nueva revista también tendrá que competir con Blanco y negro (1891-2000), de Prensa Española.

Cuando aparece el tres de enero de 1928 lo hará con el subtítulo “revista gráfica y literaria de la actualidad española y mundial”, para después reducirse al escueto “revista gráfica”, ciñendo también su carácter y contenidos de perfil más literario. Y como magazín de actualidad fue copiosamente gráfica: cada número contenía más de un centenar de fotografías.

En el ejemplar del 19 de mayo de 1934 aparecen cuatro páginas que titulan EN FÁTIMA, EL LOURDES DE PORTUGAL.

LOS PASTORCILLOS QUE VIERON A LA VIRGEN

(DE NUESTRO ENVIADO JOSÉ QUILEZ)

EN LA RUTA DE OPORTO A COIMBRA…

En esta mañana soleada de primavera, cuando comienza a despezarse la ciudad, salgo de Oporto, por la ruta de Coímbra. Atraviesa el auto el gigantesco puente de hierro sobre el Duero, trepa hacia Vila Nova de Gaia, que encierra todas las villas de los millonarios portuenses, y desde lo alto, aún acierto a divisar la maravillosa urbe lusitana, colgada sobre la verde corriente del río…

Más de dos horas de viaje, y ante nuestros ojos cual, si fuera una cinta cinematográfica, vemos desfilar estos lindos pueblecillos portugueses del litoral, pequeños, humildes, pero de una blancura que deslumbra.

Junto a la margen del río Mondego, cuyas aguas bañan los arrabales de Coímbra la bella, Meca de la bohemia estudiantil portuguesa, hemos detenido nuestra ruta para almorzar en plena llanura…

Apenas iniciado nuestro almuerzo, vemos avanzar carretea adelante, apoyándose en su vacilante caminar sobre fuerte cayada, a un extraño personaje, que tiene algo de peregrino y mucho de vagabundo. Su cabeza blanca, de enmarañados cabellos, que jamás supieron de las caricias de un peine, y su rostro inundado de barbas patriarcales, son dignos del estudio de un gran artífice del pincel. Sobre sus hombros, que se doblan bajo la pesadumbre de los tiempos, lleva una parda capa, orlada toda la esclavina con las tradicionales conchas del peregrino. El resto del indumento, astroso y despedazado, delata mil privaciones y miserias… Sangran sus pues, sucios y renegridos…

Llega a nosotros, y su mano, que es un sarmiento vivo, se tiende en una muda súplica Alargamos unas viandas y el mendigo se tiende sobre el césped y devora la limosna.

Como yo también voy camino del Santuario de Fátima, el nuevo Lourdes lusitano, pienso que este hombre podrá contarme la leyenda que surgió en pleno siglo XX como un remanso de fe entre el estruendo de los cañonazos que despedazaban al mundo.

Unos tragos de vino verde establecen una corriente de cordialidad y confianza con el mendigo, cuyos ojos sonríen ante el festín que le deparó la fortuna…

-¡Cuenta, peregrino, cuenta!...