La Iglesia de rito romano cursa invitación convocando a todos sus hijos a la celebración de la Misa crismal, en la mañana del Jueves Santo o en día próximo a él (la mayor parte de las diócesis, en la mañana del Martes Santo);

cursa invitación al ser en el rito romano según la Tradición una celebración de todo el pueblo cristiano presidido por su Obispo y rodeado de sus presbíteros y diáconos y no ser un acto clerical o exclusivamente sacerdotal;


cursa invitación para ser visiblemente una epifanía de la Iglesia local;

cursa invitación porque en esa venerable Misa crismal en la Catedral se bendecirán los óleos de catecúmenos y el óleo de sanación para la Unción de Enfermos, se consagrará solemnemente el Crisma y se renovarán las promesas sacerdotales, con una liturgia que anticipa la gozosa vigilia pascual;
y por el sentido mismo de los óleos, la Iglesia cursa invitación a todos aquellos que se relacionan con estos Óleos:

* cursa invitación -relacionado con el Óleo de catecúmenos (catequesis, bautismo, misión, evangelización)- a aquellos que trabajan en las catequesis prebautismales y a todos los catequistas de adultos y de catecumenados diversos,


* cursa invitación -relacionado con el Óleo de enfermos- a todos aquellos hijos suyos que trabajan profesionalmente en el campo de la Sanidad; igualmente cursa invitación a las religiosas y religiosos que asisten a ancianos y enfermos; cursa invitación a todos los equipos de pastoral de enfermos que visitan en sus parroquias a los enfermos y/o les llevan la comunión,


* cursa invitación -relacionado con el Santo Crisma- a todos aquellos que son catequistas de jóvenes y adultos para prepararlos al Sacramento de la Confirmación y, asimismo (y puede ser una experiencia pastoral-catequética) a los grupos que durante la Pascua van a recibir este Sacramento; cursa invitación a los seminaristas que serán ungidos en el presbiterado; cursa invitación a las parroquias de nueva construcción que ese año serán dedicadas solemnemente;


* cursa invitación a todos los presbíteros a fin de que renueven las promesas de su ordenación sacerdotal.


Así pues, la Iglesia diocesana queda convocada oficial y solemnemente a la Misa Crismal.

Y esto es espiritualidad litúrgica verdadera, esto es plan pastoral sincero y evangelizador, esto es auténtica Tradición (y nada de modernismo).

Siéntanse todos y cada cual invitados... y cada sacerdote invite en su parroquia... y crecerá una conciencia pascual y eclesial a la vez.