Uno de los escultores jóvenes que trabajaron en el arte existente en el Valle de los Caídos fue Martín Chirino, quien ha concedido una entrevista  a una emisora de radio canaria.

En el diálogo afirma la tajante frase:

“Espero que se respeten las piezas de gran valor artístico que hay dentro”

Es cierto. Dentro del conjunto del recinto del monasterio desde la puerta de acceso por carretera el arte no solamente se ve en la naturaleza colindante,  sino en toda obra de piedra tallada, tanto las enormes esculturas al pie de la inmensa Cruz, como la Piedad en la grandiosa entrada, y en todo el interior, donde conviene destacar el milagro de la Rosa del Cristo del altar mayor, tras la bomba etarra de los años de plomo, o el inmenso mosaico que corona la majestuosa cúpula de la basílica.

En la entrevista citada el escultor Chirino afirma que allí trabajaron muchos estudiantes de escultura como modo de abrirse paso a vivir del arte en el futuro laboral. Algo que él ha conseguido.

Mientras, los resentidos hijos del franquismo sociológico, como ha señalado Juan Manuel de Prada, en un artículo en ABC el pasado sábado, están refocilándose de su “gesta” al benefactor de sus vidas, que fue Francisco Franco, y muchos de ellos por odio a la Cruz están hablando de volar todo aquel inmenso conjunto monumental.

Espero que los jueces detengan esa fechoría. O alguien de más altura física y moral, que el lector inteligente sabe a quién me refiero.

Tomás de la Torre Lendínez