EVANGELIO

¿Está permitido en sábado salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 3, 1-6

En aquel tiempo, entró Jesús otra vez en la sinagoga, y había allí un hombre que tenía una mano paralizada. Lo estaban observando, para ver si lo curaba en sábado y acusarlo.
Entonces le dice al hombre que tenía la mano paralizada:
«Levántate y ponte ahí en medio»
Y a ellos les preguntó:
«¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer lo bueno o lo malo?, ¿salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?».
Ellos callaban. Echando en torno una mirada de ira y dolido por la dureza de su corazón, dice al hombre:
«Extiende la mano».
La extendió y su mano quedó restablecida.
En cuanto salieron, los fariseos se confabularon con los herodianos para acabar con él.

Palabra del Señor.

Avisos:

(Retiros pendientes de apertura de inscripciones. Informaremos más adelante)

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Cebo de Dios.

Hay medios para atraer al Espíritu Santo, porque Dios, por Su misericordia, no puede evitar acudir en favor del necesitado. Afortunadamente yo soy mendigo de la gracia y, un corazón contrito y humillado, Tú Señor, no lo desprecias.

Los fariseos lo sabían, así que ponen de “cebo” al hombre de la mano paralizada, seguros de que no te podías resistir a curarle. Sabían que, aunque supieses que te acusarían, no podías evitar curarle. Señor, me sorprende incluso la urgencia de tu intervención, porque aquella enfermedad, me parece que no exigía curarle de inmediato. Pero Tú, cuando ves a un hombre sufrir, acudes de inmediato ¿Verdad?

Aterrizado a la vida matrimonial:

Alicia: Alfonso, me siento mal. No lo he hecho bien contigo, te he ofendido y encima me he justificado. No entiendo cómo puedo caer una y otra vez en esto mismo. Estoy desanimada, porque no veo avances en mí.
Alfonso (esposo de Alicia): Yo en cambio, estoy muy contento, porque ahora sé que el Señor está contigo. Mientras te justificabas, Él no podía intervenir, porque no te mostrabas necesitada ante Él. Ahora sí. Ahora reconoces que has pecado, ahora te arrepientes profundamente y ahora reconoces que tú no puedes salir de tu pecado por ti misma. Es el dolor de corazón por los pecados cometidos. Si no hay arrepentimiento el Señor no te puede perdonarnos. Ahora el Señor ve tu dolor y desea estar contigo. Estoy orgulloso de ti.
Alicia: Ahora entiendo eso de “en mi debilidad me haces fuerte”, porque cuando me muestro débil, el Señor acude.
Alfonso: Así es. Hoy el Señor está contigo.

Madre,

Qué mala es la soberbia, que impide al Espíritu acercarse. Queremos ser mansos y humildes de corazón para vivir según el Espíritu. Que Él penetre en mi espíritu y actúe dentro de él para vivir según Sus deseos. Amén.