No Sr. Obrador. No voy a pedirle perdón a Vd. por el trato que españoles de hace varios siglos hayan dado a indígenas de hace varios siglos, por la muy sencilla razón, entre muchas otras que podría darle, de que como en Méjico el 70% de los mejicanos son mestizos, bastante trabajo tienen los mejicanos con pedirse perdón a sí mismos por lo que algunos de sus antepasados le hicieron a los otros.

            Pero puestos a remover la historia de la manera inmoral y fraudulenta en que lo hace Vd., y puestos a reincidir en ese ejercicio absurdo de excusarse por culpas ajenas y para colmo bicentenarias, tricentenarias, cuadricentenarias y hasta cinquicentenarias, yo sí le voy a pedir a Vd. explicaciones.

            Sí señor Obrador, explicaciones. Como lo oye. Le exijo a Vd. explicaciones por la manera en que Méjico dilapidó el 60% del territorio que España le legó en 1821, Nueva España, el cual tenía entonces cinco millones de kilómetros cuadrados, abarcando desde el sur del istmo centroamericano, hasta el actual estado de Oregón. Y desde el Pacífico hasta la Luisiana. Hasta quedar reducido a aquél sobre el que Vd. gobierna (en mala hora), que no llega ni a los dos. Sí, señor Obrador, le exijo a Vd. una explicación sobre la cesión realizada a los Estados Unidos de Norteamérica de más de dos millones de kilómetros cuadrados de territorio novohispano, vale decir, mejicano, en 1848. ¿Qué han hecho Vds. de la Nueva España que España les dejó?

            Pero no se crea, Sr. Obrador, que lo más grave es que Méjico haya perdido dos millones de kilómetros cuadrados, y con ello, la posibilidad de convertirse en la gran potencia americana, quien sabe si, en el futuro, también mundial, como lo hizo quien se convirtió en ello gracias a haberle arrebatado a Méjico más de dos millones de kilómetros cuadrados. ¿Sabe Vd. que es lo más grave de todo?

            Lo más grave de todo, Sr. Obrador, es que con su irresponsable comportamiento ante la historia, Méjico dejó a merced de los nuevos colonizadores anglosajones protestantes norteamericanos a todos los indios novohispanos, vale decir mejicanos, que con tanta paciencia y dedicación habían evangelizado y civilizado misioneros españoles como San Junípero Serra, Francisco Palou, Fermín Lasuen y tantos otros. Indios que serán prácticamente exterminados por sus nuevos colonos, -y los que se salvaron confinados en granjas llamadas reservas como si ganado fueran-, hasta llegar a constituir, en su propio territorio, una minoría que no alcanza el 1% de su entera población.

            Y todo ello, con un mestizaje cero, nulo, inexistente, no como el país sobre el que (en mala hora) gobierna Vd., donde esos mestizos, hijos de españoles y de indígenas, alcanzan el 70% de la entera población. Y todo ello porque, como Vd. con toda seguridad no ignora, en el país que sin duda tanto admira y al que seguramente le habría gustado que Méjico se pareciera, a saber, los Estados Unidos de Norteamérica, los matrimonios mixtos no fueron legales, vale decir, fueron perseguidos, hasta 1967. Si, señor Obrador, 1967... ¡¡¡1967!!!

            No, señor Obrador, no le voy a pedir perdón. El que va a pedir perdón es Vd. Y se lo va a pedir a los descendientes de esos indios novohispanos, vale decir, mejicanos, que aún quedan en Estados Unidos… por haberlos abandonado a su suerte como lo hicieron los que le precedieron a Vd. en su magistratura, y por no haberlos defendido y protegido como era su obligación.

            Argumentos como éste y otros no menos novedosos, puede encontrar Vd. en mi último libro “Historia desconocida del Descubrimiento de América. En busca de la Nueva Ruta de la Seda”.

             Que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos.

 

            ©L.A.

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