Año del Señor 2020
4 de agosto
 
Hola, buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día. 
 
SOY LIBRE
 
Ayer una hermana me dejó alucinada... Le estaba ayudando con temas del ordenador y, normalmente, me gusta explicárselo de modo que lo pueda entender para hacerlo ella misma la próxima vez. La verdad es que todas tienen una mente muy abierta y una gran capacidad de hacerse a las cosas informáticas.
 
Pero, como veía que quizá el tema era algo complejo, y que además no se suele tener que reparar con mucha frecuencia, le dije que, si no le importaba, que se lo hacía sin explicarle, y, aunque no aprendiera a hacerlo, si le volvía a suceder, yo misma se lo arreglaría.
 
Pero lo sorprendente fue su respuesta: 
 
-Claro que sí, no pretendo saberlo todo, sé que hay cosas que no tengo por qué aprender. 
 
Parece una respuesta sencilla, pero me rompió por dentro, ¡eso sí que es amarse sencillo!
 
A mí me sucede a veces que no me gusta que las cosas me salgan mal, o, si no logro comprender lo que tengo que hacer o si no se me da bien... ahí me doy cuenta de la necesidad que se despierta en nosotros de querer saber, de querer hacerlo todo bien, de ser independientes... 
 
Y, sin embargo, a lo largo de los años, el Señor continuamente me ha ido repitiendo que la felicidad reside en la sencillez, en amarse tal y como se es, con muchos Dones, y con hermanos; es decir, con cosas que no sabré hacer, que se me darán peor, y para las que necesitaré contar con los demás. Sus Dones me complementan, me empujan a crecer... 
 
Nuestra mayor incapacidad es la de salvarnos por nosotros mismos; era imposible por nuestro esfuerzo, o pretendiendo que nuestras buenas obras nos ganaran el Cielo, porque ni con un millón de estas lo lograríamos.
 
Por ello mismo, ante nuestra debilidad, el mismo Dios, por puro amor nuestro, nos envió a Su Hijo para salvarnos, para que viéramos palpable su Amor e interés por nosotros. Y Este murió en una cruz, y nos salvó, de manera que ya podemos acoger su salvación y sentirnos amados en nuestra pequeñez e impotencia. 
 
Es Él, al amarnos, el que nos hace buenos. Es Su Amor el que transforma el corazón, pues, al sentirnos amados en nuestra pequeñez, todo gira y nos hace libres para vivir desde el amor. 
 
Hoy el reto del amor es amar tu pequeñez. Que tu pequeñez no te haga “pequeño” es un gran Don que te da Libertad, que te hace mirar a Cristo y darle la mano una y otra vez, a Él y a los hermanos. Mírate con Su Amor y Él te hará libre para amar. 
 
VIVE DE CRISTO
 
 
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¡Feliz día!
 
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