La noticia al día de hoy es que los diez miembros de la organización baptista de Idaho, New Life Children Refuge, detenidos en Haití, han sido liberados porque según el juez haitiano “no hay nada que pruebe intención delictiva por parte de los estadounidenses”.

             Con toda la lógica del mundo, se preguntarán Vds., ¿pero qué es lo que habían hecho para ser detenidos? Pues bien, los supuestos misioneros baptistas conducían treinta y tres niños recogidos en las calles de Port au Prince a los cuales dirigían a la República Dominicana, país con el que como se sabe, Haití comparte la Isla de la Española, para supuestamente, alojarlos en el refugio que la organización norteamericana tendría en el país al que se dirigían. Al llegar a al frontera con el extraño “alijo”, los diez norteamericanos que conducían los niños fueron detenidos, mientras el ministro de asuntos sociales haitiano, Yves Cristallin, se apresuraba a condenar la acción declarando que se trataba de un intento de secuestro.
 
            La información de la que disponemos es confusa y da mucho que pensar, porque si los niños habían sido legalmente recogidos, entonces cabe preguntarse porqué se detiene a las personas que los acompañan; pero si como parece ser el caso, habían sido ilegalmente “colectados”, entonces la pregunta es qué clase de juez puede poner en libertad a los estadounidenses diciendo que nada prueba su intención delictiva, como si los treinta y tres niños con los que fueron encontrados en la frontera dominicana no fueran suficiente prueba.
 
            Esto es hoy, desde luego, Haití, un país en el que reina el caos, la boca del infierno que en el medievo muchos situaban en Sicilia.
 
            Por lo que a mí respecta, el caso me conduce a una de mis grandes dudas: parece ser que por lo menos en Europa –no así, según tengo entendido, en los Estados Unidos- los procesos de adopción de niños haitianos se han paralizado. Se invocan poderosísimas razones relacionadas todas ellas con el tráfico ilegal de niños y hasta de órganos, algunas, menos, con la soberanía de las naciones. Ahora bien, con toda la potencia de la organizaciones internacionales presentes en el escenario (ONU, UNICEF, las muchas ONGs confiables), y el poder inmenso de los estados que tanta ayuda están prestando en la isla, ¿acaso no se puede garantizar la transparencia y legalidad de los procesos en los que se juega el futuro de un niño? ¿Y acaso en un país donde se han producido más de cien mil víctimas mortales no circulan por las calles miles y miles de niños huérfanos no sólo de padre y madre sino de todo auxilio, necesitados de acogida por los muchos padres que en el mundo están deseando serlo y no pueden?
 
            Son interrogantes que me planteo y que les planteo, no crean Vds. que me pronuncio en modo alguno ni a favor ni en contra, porque en honor a la verdad, no tengo la opinión suficientemente formada, y en su lugar, sólo ideas, inquietudes... Seguramente Vds. puedan aportar interesantes argumentos que arrojen luz en tan oscuro problema.