Nos encontramos en el mes de Septiembre, el mes que la Iglesia dedica a la Biblia. Es necesario que el católico lea la Biblia, la conozca, la saboree y medite sobre todo en este mes, pero también a lo largo del año ¿Cuántos católicos leen la Biblia con frecuencia? ¿Cuántos oran con las Escrituras? ¿Cuántos estudian la Biblia? Son preguntas que debemos hacernos para conocer como estamos en la fe el propio Catecismo así lo indica: “pues desconocer la Escritura es desconocer a Cristo “(CIC 133). Ese mismo numeral nos da claramente una recomendación: La Iglesia «recomienda de modo especial e insistentemente a todos los fieles [...] la lectura asidua de las divinas Escrituras para que adquieran "la ciencia suprema de Jesucristo» (Flp 3,8). Es importante entonces seguir esta recomendación para avanzar en el conocimiento de Cristo, pero también para aumentar y mejor nuestra vida espiritual.

Frecuentemente se usa la Escritura para enseñar doctrinas así como teología moral, pero también la Biblia es un libro espiritual, y toda la base de la teología espiritual está contenida en ella, por eso la Dei Verbum la llama: el alma de la sagrada teología. (DV 24). En particular, la Teología espiritual se nutre de cantidad de textos bíblicos y en este artículo deseo presentar 10 enseñanzas espirituales de la Biblia que nos pueden ayudar a vivir más intensamente nuestra fe y a mejorar nuestra espiritualidad.

1. Hacer un buen examen de conciencia

He escuchado y oído, han hablado lo que no es recto; ninguno se arrepiente de su maldad, diciendo: “¿Qué he hecho?” Cada cual vuelve a su carrera, como caballo que arremete en la batalla. Jeremias 8,6

Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados. 1Cor 11,31

Esta práctica de hacer examen de conciencia, era muy frecuente en los tiempos apostólicos y los santos padres la citan con frecuencia. También los santos nos recomiendan hacerla. San Agustin dice: Avanzad siempre, hermanos míos. Examinaos cada día sinceramente, sin vanagloria, sin autocomplacencia, porque nadie hay dentro de ti que te obligue a sonrojarte o a jactarte. Examínate y no te contentes con lo que eres, si quieres llegar a lo que todavía no eres. (San Agustin Sermón 169). Con el examen de conciencia, nos damos cuenta de nuestras faltas y nos podemos arrepentir de ellas más fácilmente.

2. La Dirección Espiritual

Sigue el consejo de los prudentes y no desprecies ningún buen consejo. Tobías 4,18

El Señor le dijo: Ve, porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel; Hechos 9,15

El camino de la santidad, que nos lleva al cielo es estrecho y lleno de dificultades, todos necesitamos de un consejero prudente que nos guíe en el camino, este es el director espiritual. A San Pablo le aconsejo Ananías (Hechos 9) podemos decir fue su director espiritual. La Tradición de la Iglesia siempre ha acudido al texto de Hechos 9, 15 para fundamentar la dirección espiritual. “Nuestro Señor Jesucristo, sin el cual nada podemos, no dará su gracia a aquel que pudiendo acudir a un director experto, rechace este precioso medio de santificación, pensando bastarse a sí mismo en todo lo que atañe a la salvación “ (San Vicente Ferrer, tratado de la Vida Espiritual 2,1)

3. La mortificación en la vida cristiana

Haced morir, pues, en vuestros miembros lo terrenal: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y la avaricia, que es idolatría; a causa de las cuales cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia, Col 3,5-6

Castigo mi cuerpo y lo esclavizo, no sea que habiendo predicado a los otros venga yo a ser reprobado 1Cor 9,27

Para entender la mortificación cristiana que puede hacer un laico, porque no es exclusivamente de los consagrados, basta leer a San Francisco de Sales:

Los cotidianos, aunque ligeros, actos de caridad: el dolor de cabeza o de muelas; las extravagancias del marido o de la mujer; el quebrarse un brazo; aquel desprecio o gesto; el perderse los guantes, la sortija o el pañuelo; aquella tal cual incomodidad de recogerse temprano y madrugar para la oración o para ir a comulgar; aquella vergüenza que causa hacer en público ciertos actos de devoción; en suma, todas estas pequeñas molestias, sufridas y abrazadas con amor, son agradabilísimas a la divina Bondad (Introducción a la vida devota 3,35)

4. Santidad Universal - hacer todo para gloria de Dios

Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres. Col 3,23

Entonces, ya sea que comáis, que bebáis, o que hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios. 1Cor 10,31

Este es el camino de la santidad laical, esforzarse por hacer todo para Dios, todo ofrecerlo a Dios, nuestro trabajo, nuestro apostolado, nuestro estudio, nuestra vida familiar, poniendo a Cristo a la cabeza de todas nuestras realidades sociales, podremos caminar por la senda de la Santidad. Así lo enseño San Jose María: No hay situación terrena, por pequeña y corriente que parezca, que no pueda ser ocasión de un encuentro con Cristo y etapa de nuestro caminar hacia el Reino de los cielos.  (Es Cristo que pasa 22)

5. La Tibieza
Sed diligentes sin flojedad, fervorosos de espíritu, como quienes sirven al Señor Romanos 12,11

Yo sé tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Así, por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, voy a vomitarte de mi boca. Apoc 3,14-15

El apóstol san Juan, enseña que Dios odia a los tibios, por eso usa una expresión tan fuerte como “vomitarles de su boca”. Se vomita lo que te daña, lo que no te ha sentado bien, así son los tibios para Dios. La tibieza se combate con la diligencia, la cual cita san Pablo en la carta a los Romanos, para que no sean perezosos, diligencia y fervor son fundamentales para luchar contra la Tibieza. La tibieza es común en muchos cristianos,sobre todo los principiantes en la vida espiritual, decía San Juan de la Cruz: Suelen tener tedio (los principiantes) en las cosas que son más espirituales y huyen de ellas, como son aquellas que contradicen el gusto sensible ….. Y así por esta acedia posponen el camino de perfección (Noche oscura,1,7).

6. Orar sin cesar

También les refería Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar, Lucas 18,1    

Orad sin cesar. 1Tes 5,17

La Biblia da una gran importancia a la oración cristiana, a insistir en orar durante largo tiempo. La Iglesia propone diversas formas de oración para los laicos que podemos practicar: Rezo del Santo Rosario, La Liturgia de las Oras, La Lectio divina, el Ángelus a las 12 horas etc. La oración es un gran medio de santificación que Dios pone a nuestro alcance, aprovechémoslo.

7. Evitar la Murmuración

Haced todo sin murmuraciones y contiendas, Filipenses 2,14

"Guardaos, pues, de murmuraciones inútiles, preservad vuestra lengua de la maledicencia; que la palabra más secreta no se pronuncia en vano, y la boca mentirosa da muerte al alma." Sabiduría 1,11

Murmurar es hablar mal de otro que esta ausente, es un pecado muy común en esta sociedad en la que vivimos. La Biblia nos advierte sobre ello. Enseña San Agustin que: “el dedicarse a la detracción o el oír a los detractores son cosas tan detestables que no se decir cual es peor”

8. La Eucaristía como centro de la vida espiritual

Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, Hechos 2,46 Entonces Pedro, tomando la palabra, dijo a Jesús: Señor, bueno es estarnos aquí;Mateo 17,4

En el mejor sitio donde podemos estar es en la misa con el Señor, y en su defecto en el Santísimo Sacramento, solo ahí podemos decir como dijo San Pedro, “Que bien se esta aquí”. A tu lado Señor siempre estamos bien. Por eso la Eucaristía comenzó a ser el centro de la fe cristiana desde los tiempos apostólicos, todos los días se reunían para partir el pan en las casas. Debe ser igual para nosotros. Acudamos con frecuencia a misa y al Santísimo Sacramento, no hay lugar en la Tierra donde mejor nos sentiremos. San Alfonso María de Ligorio enseñara: Jesucristo quiso quedarse en la tierra bajo las especies de pan, no solo para servir de alimento a las almas que lo reciben en la sagrada Comunión, sino también para ser conservado en el sagrario y hacerse presente a nosotros, manifestándonos por este eficacísimo medio el amor que nos tiene (Visitas al Santísimo. Sacramento,2).

9. El sufrimiento y el dolor

Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros, y cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la iglesia;

Col 1,24   Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios. Hechos 14,22

En un mundo que rehuye el dolor, el sufrimiento, la cruz de Cristo se presenta como referencia, un Dios condenado, un Dios sufriente, que murió por nosotros debe inspirarnos a ver el dolor como un medio de purificación, como una prueba de amor, y santidad, dirá por eso San Ignacio de Loyola: “cuando Dios envía a un alma sin culpa suya, grandes sufrimientos, señal clara es que pretende elevarla a la santidad".

10. Correr de lo mundano

¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios. Santiago 4,4 No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. 1Juan 2,15

El católico debe saber separarse del mundo, vive en el mundo, pero no es del mundo, y por tanto no cae en lo mismo que caen aquellos que no son cristianos, en espectáculos impúdicos, en asistir a lugares de pecado, etc. Enseñará San Jose Maria: Sed hombres y mujeres del mundo, pero no seáis hombres o mujeres mundanos. (Camino 939). Es decir, alejarse de todo lo que va contra la moral, contra la espiritualidad católica y promueve este mundo, pero sin dejar de vivir en el mundo, en las realidades cotidianas.