Informa el diario turco Sabah de la turca que ha dado a luz unos gemelos cada uno de los cuales de un padre diferente. Ocurre que la mujer en cuestión mantuvo relaciones el mismo día con su marido y con su amante, de resultas de las cuales, por un fenómeno extraño aunque ya reportado en alguna ocasión, quedó embarazada de los dos hombres al tiempo. La noticia es llamativa per se. Yo, sin embargo, no quiero detenerme en el titular, sino más bien en las circunstancias que la han rodeado, no menos llamativas.
 
            Ocurre, en primer lugar, que con la persona a la que la buena turca quería unirse, aquélla que le hace uno de los gemelos, no pudo casarse por serle impuesto el matrimonio con un hombre diferente, el que le hace el otro gemelo.
 
            En segundo lugar, cuando gracias a la prueba de ADN se supo de la inverosímil paternidad de los gemelos, la decisión del juez no sólo consistió en retirarle a la madre la custodia del hijo que era de su marido otorgándosela a él, sino también la del que no lo era, enviado a una inclusa.
 
            En tercer lugar, y para proveer a la seguridad de la interfecta, el juez se ve obligado a dictar varias órdenes de alejamiento. La primera, a la familia de su marido... hasta ahí, vaya. La segunda... ¡a su propia familia! Lo que aún ha de considerarse como una deferencia relacionada con el hecho de haber sucedido el caso en Turquía, porque de haber ocurrido en otros países islámicos, la mujer, convicta del delito de adulterio, más que protegida habría sido castigada, según el caso, a cien azotes o a muerte por lapidación.
 
            No pretendo entrar a comparar unas civilizaciones con otras ni dictaminar cual es la mejor. Ahora bien, a todos aquellos hijos de nuestra civilización greco-cristiana que detestan cada uno de los pilares sobre los que se asienta, les pido que con el misma determinación con la que denigran la suya, critiquen lo que ocurre en otras que tan cercanas nos son, en lugar de evadir el debate apelando al necesario respeto de todas las culturas y civilizaciones, el mismo que ellos no observan cuando de la propia se trata.
 
            Y para muestra un botón: trátase del caso de la progresistísima alcaldesa pesoíta y alianzacivilizacionista de la población tarraconense de Cunit, la cual intentó evitar la detención de un imam musulmán que había agredido a una correligionaria por el imperdonable delito de no llevar velo. Y todo ello, “a efectos de no crear un conflicto social” según declaró la alcaldesa.
 
            ¿Habría sido Vd., Sra. Alberich, "tan comprensiva y conciliadora" si en vez de tratarse del imam se hubiera tratado del párroco del pueblo, pongo por caso? Y otra cosa, Sra. alcaldesa: si un día el irascible imam de Cunit la emprende contra Vd. en lugar de hacerlo contra la pobre morita “desvelada” ¿prefiere que lo denunciemos o seguimos trabajando “por no crear un conflicto social”?