Los católicos de este tiempo necesitamos encontrar el equilibrio entre dos extremos. Por un lado, hemos de defender la fe y la justicia, y no callar ante las ofensas, las mentiras y los ataques a los derechos humanos verdaderos y a la propia Iglesia.

 

Por otro, no podemos caer en el odio a los que nos persiguen y calumnian, que son muchos. Mucha gente tiene un odio irracional a la Iglesia, o nos ataca desde perfiles anónimos o amparados en el anonimato de las Redes Sociales.

 

Los insultos generan odio. Nosotros debemos estar por encima de eso, aunque ciertamente es difícil. Necesitamos ese equilibrio entre no dejarnos pisotear por el odio irracional de los hijos de este mundo pero sin caer en el odio y el pagar con la misma moneda.

 

Si algún ateo o agnóstico lee esto, recuerda que lo único que pedimos es respeto. En los últimos años se ha perdido el respeto y el mundo se ha llenado de insultos, de calumnias y de desprecios. Así solo fomentamos un clima de odio que puede tener un desenlace fatal.

 

Un ejemplo de eso es el tema de la pederastia. La Iglesia ha pedido perdón, y se invita a denunciar e investigar los casos, a acompañar a las víctimas y a darles una justa reparación, y a que los abusadores respondan ante la ley y reciban ayuda terapéutica.

 

A pesar de ello, y sabiendo que los curas abusadores son una inmensa minoría en comparación con los curas normales (ya no digamos con el resto de abusadores), hay muchos que siguen insultando a los sacerdotes llamándoles pederastas o incluso haciendo bromas con el tema.

 

Quizá algunos piensen que efectivamente la mayoría de los curas son pederastas. Eso no es así,y si eres de esos te animo a investigar. Otros lo toman simplemente como excusa o pretexto para insultar y desacreditar, movidos por el odio o la ideología.

 

La pregunta que tenemos que hacernos es si nos importan las víctimas. Muchas veces los hijos de este mundo acuden fácilmente al cliché de la pederastia solo por insultar y fastidiar, pero no se han parado a pensar en las víctimas ni en ayudarlas.

 

Eso es hipocresía, y otra forma de abuso, ya que se echa mano de las víctimas como un medio para atacar a la Iglesia, sin que realmente al que acusa le importen las víctimas. Lo que sembremos, cosecharemos. Si sembramos odio, eso recogeremos.

 

En nuestra (teóricamente) tan desarrollada, tolerante y democrática sociedad, el respeto es algo que deberíamos tener todos. Aún estamos a tiempo de evitar los extremismos. Sé que hay gente que leerá esto y reaccionará con odio, porque están ciegos. Jesús nos avisó de ello.

 

Así que sigamos defendiendo la verdad por amor a la justicia, defendámosla de los ataques, y al mismo tiempo pidamos la gracia de no reaccionar con odio a los ataques. Y a los no creyentes, solo os pedimos respeto, para nosotros y para todos. El otro camino lleva a la violencia.