El que un organismo público, cuya misión principal es el de velar por la salud de la ciudadanía, como el Ministerio de Sanidad, oculte, tergiverse y mienta sobre los efectos nocivos para la salud femenina, de la píldora postcoital, es de una gravedad extrema y sólo tiene un nombre: canallada. Jugar con la salud de las jóvenes, ocultar  informes desfavorables, desoír a los farmacéuticos,  supeditar todo al Poder, el carecer de moral los responsables y no dimitir, descalifica la política socialista y nos pone a todos a un nivel tercermundista. Es incongruente exigir receta para un jarabe y no para la píldora.  

¿Tiene hijas la ministra de In-sanidad?.