El sagrario flanqueado por llamas.
El altar y la cruz, la luz de Cristo.
La sangre del via crucis en la mirada
del amor que ora. El alma
que adora genuflexa su presencia.
Piedras cinceladas por siglos de música:
mística de la materia, altura
de la fe, comunión, aleluya.
Y los ojos de las vidrieras contemplativas,
y la piedad de los hijos pródigos.
María: ternura. Columna, fuste, gracia;
cántico del gloria, oración de belleza.
El sagrario, la mirada, el alma
enamorada del Verbo Hostia que me escucha.