Es domingo: Contemplar y Vivir el Evangelio
 
10º domingo del Tiempo Ordinario
 
[Reemprendemos, al fin, los domingos del tiempo ordinario. La liturgia vuelve a tomar un tono más sencillo, con el color verde en los ornamentos y la menor solemnidad en los diferentes elementos. En lo que se refiere a las lecturas, retomamos la lectura continuada del evangelio según san Marcos, que habíamos dejado al comenzar la Cuaresma. Nos iremos, pues, adentrando en la vida pública de Jesús, en misterio de Cristo en su plenitud. Bella empresa cristiana, que busca la identificación con Cristo.]
 
Si te ayuda, puedes empezar así: En un lugar silencioso recógete y que el silencio vaya llenando todo tu interior… Invoca al Espíritu Santo… Que la contemplación del Señor y su Palabra vayan modelando tu corazón y tu vida… Deséalo, consiéntelo…
                          
Del Evangelio de san Marcos 3,20-35 (Es mejor tener el texto a mano y leerlo ahora).
   
-Contempla bien la escena: muchos buscan a Jesús, ayer y hoy también. ¿Qué tiene Jesús para sea así? Muchos otros, parece y a veces es muy evidente, rechazan a Jesús: abiertamente y de modo discreto pero eficaz. ¿Qué tiene Jesús para que esto sea así? Piénsalo mientras contemplas la escena. ¿En qué grupo estás tú? ¿De qué bando eres? Jesús no ha dejado nunca indiferente a nadie. Por tanto… ¿Cuál es tu situación y por qué?
   
-No quizá la familia pero sí el pueblo llano había visto y vivido ya cosas extraordinarias dignas de todo crédito. Tampoco los sabiondos que habían llegado de Jerusalén, no para seguirle sino para perseguirle. Y le critican: “Tiene dentro a Belcebú y expulsa a los demonios con el poder de fe jefe de los demonios”. Nada menos. ¡Cuántas veces nos sigue ocurriendo a nosotros y entre nosotros en el ámbito social, eclesial, laboral o familiar! Antes de ver y conocer los hechos, y de discernirlos, ya se han condenado o hemos condenado a la persona. Se expresa así un deseo amargo que anida en su corazón. Y quieren expulsar ese veneno que no soportan. Pero los hechos son los hechos. Claro que, una locura de amor como la de Jesús, es difícil entender y muchas veces no se quiere entender. El mundo y su mundanidad la rechazan, te rechazan, nos rechazan. Con palabras o sin ellas, pero con hechos incontestables, lo que importa es seguir amando como Jesús a Dios y a los demás. Eso da mucho fruto. El mundo solo cambia y se salva por el Amor. ¿Eres de los que apuestan, -somos muchos-, por querer seguir amando en la vida? No te desanimes.
   
-La escena es muy fuerte y contiene elementos claros: la acusación de que Jesús tiene dentro al jefe de los demonios; la respuesta de Jesús con una parábola y la afirmación de la blasfemia imperdonable contra el Espíritu Santo, Contempla la escena  y sopesa las palabras. Jesús los quiso cerca para mirarles a la cara y enseñarles con simplicidad fraterna. Acércate tú también: Jesús ama la relación de amistad. Si eres amigo de Jesús, acércate más a Él: quiere hablar contigo. Escucha…
-Los maestros de la ley acusan a Jesús de estar poseído por el demonio. ¡Cuando Él está luchando abiertamente contra el demonio! ¡Más de una vez lo han visto y vivido muchos! Además, ¡Jesús se explica con comparaciones y sentido común, no con raros razonamientos técnicos y abstractos! Cuando no se quiere entender a Jesús, ni su Evangelio, se acude incluso a burdas maniobras y mentiras. También eso pasa hoy, ¿verdad? La calumnia es la forma más común de hacerlo también es nuestros días. ¡Jamás tomes esa costumbre tan fea y desleal!
-El pecado contra el Espíritu Santo. La declaración de condena que hace Jesús a los maestros de la ley es rotunda, dura; pero no es difícil entender. Dice Jesús que todo se va a perdonar a quien quiera ser perdonado; lo cual es enormemente esperanzador y lleno de consuelo. Pero a quien calumnie a Jesús, a quien diga que la obra que hace por el Espíritu Santo son obras de Satanás y no de Dios (ésta es la blasfemia contra el Espíritu Santo), a éste jamás se le perdonará. ¡Es que éste está voluntariamente cerrado a la Luz, al Bien, a la Verdad, al Amor! Que es Jesús. Esta libremente enquistado en el Mal. Dios respeta esa libertad personal. ¿Qué estoy haciendo yo con el imponderable regalo de la libertad que me ha hecho Dios? Si hago mal uso o abuso, no puedo culpar a Dios de nada. Cómo es mi relación con Jesús, ¿positiva o negativa?
   
-Contempla despacito esta escena magnífica, aunque pueda parecer un poco dura; pero es de una novedad extraordinaria al tiempo que entrañable. Fíjate bien, “los familiares aparecen al principio y al final de este texto evangélico: son los mismos. Es necesario comprender que en la cultura judía la familia era la institución más importante y cada persona era comprendida en el conjunto familiar al que pertenecía. Hacer algo incorrecto, abandonar la casa, cometer un crimen…, conllevaba el deshonor de la familia. Por eso, los familiares de Jesús que no entienden lo que hace, piensan que está trastornado e intenta que vuelva a la casa familiar”. Jesús da una respuesta breve y precisa compuesta de gestos y palabras: una pregunta: ¿Quiénes son…?; una mirada alrededor y cercana: mirando a los que estaban sentados…; una rotunda afirmación: Estos son… Al final, el corazón de esa nueva familia que está instaurando Jesús: El que haga la voluntad de Dios, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre. Esta es la causa determinante e identificadora, el lazo que une, que hace ser familiar íntimo de Jesús, cuyo Padre es Dios mismo: el que haga la voluntad de Dios. ¿Podrá darse algo mejor y más entusiasmante? ¿Te sientes de verdad de la familia de Jesús y de Dios? ¿Te cuesta hacer la voluntad de Dios? ¿Por qué? ¿De qué manera vivo pendiente de escuchar, discernir y cumplir la voluntad de Dios? He de acostumbrarme a reconocer la voluntad de Dios en mi vida cotidiana y en toda circunstancia: es la única exigencia familiar para incorporarse a la familia. Da una gran libertad y alegría.
-Fijémonos un momento en un detalle que es significativo: la “casa” en el texto evangélico: la casa de Satanás, la casa familiar y la casa de Jesús. La “casa” de Satanás es la construida por los maestros de la ley para Jesús, por los que no aceptan la acción del Espíritu Santo en Él; una casa oscura, fea, insoportable, maligna. ¿Quién podrá o querrá vivir en ella? Nadie. ¡Jamás! La “casa” familiar, la de su familia, está anclada en el pasado; es la de unos familiares que no han comprendido la novedad del Reino de Dios. ¡Qué pena! ¿Habrá quien quiera vivir en un pasado tan arcaico y superado, carente de un Dios todo novedad y vida de amor y misericordia? ¿Verdad que no quieres eso? La tercera “casa” es esa con la que se abre el pasaje evangélico y que es expresión de la nueva familia y fraternidad formada por todos los que siguen a Jesús, el Hijo de Dios. Es fácil decidirse por qué casa y en qué familia uno quiere tener y vivir, ¿no crees? ¿En el cuál de ellas vives tú?
-Es claro que los que siguen o seguimos a Jesús dejan padre, familia, trabajo…, y no menos los caprichos y afectos interiores, sentimientos que no son evangélicos… Nosotros hoy que contemplamos y meditamos este pasaje y deseamos en serio formar parte de la familia de Jesús y de la fraternidad con Él y entorno a Él, seguimos siendo interpelados por su palabra exigente y llena de vida. Todo lo cual nos hace crecer como personas y también en santidad y gracia, conscientes de que son felices los que cumplen la voluntad de Dios. Son santos. ¿Me voy convenciendo de esta realidad familiar nueva a la que estoy llamado? ¿Familia en la que tengo toda la seguridad en esta vida y en la eterna? Alégrate y vive como miembro de ella.
 
Oración. Oh Dios, fuente de todo bien, escucha a los que te invocamos, para que inspirados por ti, consideremos lo que es justo y lo cumplamos según tu voluntad. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.