Me encargaron pasar un casete sobre algunas conferencias del P. Luis Manuel Guzmán M.Sp.S. (1911-1979) a CD y digitalizarlos. En mis ratos libres, de vez en cuando, investigo y trato de conectar con los fundadores de la Familia de la Cruz. Así que eso explica el que algunas veces ande entre papeles, artículos, audios y videos. Pues bien, después de recoger el CD, lleno de pendientes de otro tipo de cosas, se me ocurrió ponerlo en el coche (auto) mientras manejaba de regreso a la oficina y, entonces, conocí, en cierta forma, al P. Luis Manuel, fundador del Círculo del Espíritu Santo y de la Cruz en 1963. Había escuchado muchas cosas sobre él. Por ejemplo, que sostuvo, mientras el Venerable P. Félix de Jesús Rougier (1859-1938) moría, la imagen de Nuestra Señora de Lourdes a la que le dedicó su última mirada y palabras: “¡Con ella todo, sin ella nada!”, así como que gracias al trabajo que hizo estando al frente del CEC, generaciones enteras de jóvenes descubrieron su vocación, pero fue hasta que lo escuché, que entendí la profunda espiritualidad con la que vivió como sacerdote de los Misioneros del Espíritu Santo. Solamente así se explica el éxito que tuvo entre los jóvenes. Hoy, más que nunca, necesitamos perfiles así. Católicos humanos, cercanos, normales y, al mismo tiempo, de fe, totalmente identificados con Jesús. Personas, como dicen en el fútbol, que “le tengan amor a la camiseta”.
De todo lo que escuché, hubo una frase, hecha pregunta, que les dirigió a los jóvenes y que se me quedó grabada: “¿Cuál es la situación de tu oración con Dios?”. Buena forma de hacer un diagnóstico, porque mucho de lo que nos pasa -estrés, agobio, desánimo, actitud de derrota, etcétera- viene de no estar en contacto con Jesús. Para el P. Luis Manuel, era fundamental darse esos espacios. Otra cosa que me gustó fue su estilo. Profundo y, al mismo tiempo, bromista. Informal y, a la vez, culto.  La clave estuvo en que supo formarse desde el punto de vista humano, espiritual e intelectual. Un fruto más del trabajo emprendido por el V.P. Félix Rougier. Son incontables los hombres y mujeres que, luego de conocerlo, vivieron un liderazgo muy significativo, ayudando a la Iglesia de México y de otras partes del mundo a recuperar su dinamismo.

Hoy por hoy, educar a las nuevas generaciones, tanto en los colegios como en los otros espacios y plataformas, es un punto del todo necesario, pero no se puede improvisar con frases cursis o dinámicas que ya no dicen nada, sino con la fuerza del ejemplo, del camino recorrido que, junto con el Espíritu Santo, va dando experiencia, “colmillo”; es decir, “tablas” para poder acompañar de modo efectivo. Así lo hizo el P. Luis Manuel, celebrando la Misa con ellos, estando disponible para confesar y dar dirección espiritual, así como compartiendo otros espacios como una comida o excursión.

Para dar a conocer la fe, hay que estudiar y, sobre todo, ponerla en práctica. Así es posible ayudar a otros, comprendiéndolos, al tiempo que los vamos animando a dar nuevos pasos en un camino difícil pero que bien vale la pena. El P. Luis Manuel es una referencia para la Espiritualidad de la Cruz. En sus pláticas, nunca faltaba el tema del Espíritu Santo, María, la santidad de los sacerdotes, el papel de los jóvenes, la vocación, etc. Sin duda, haberlo escuchado me hizo descubrir nuevas cosas y eso anima.