Queridos hermanos:

Estamos ante el domingo XXXI del Tiempo Ordinario. ¿Qué nos dice hoy la Palabra? La primera Palabra que nos da la Iglesia es del libro de la Sabiduría, donde nos muestra que el Señor se compadece de todos. Ya veíamos el domingo pasado que Dios no tiene acepción de personas como nosotros, Dios, sigue diciendo la Palabra, ama a todos los seres y no aborrece nada de lo que hemos hecho. Él, a los que ama, corrige y reprende, porque es Padre. Hermanos las correcciones que recibimos de Dios a lo largo de la historia son bendiciones.

Por eso hemos respondido con el Salmo 144: “Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey. El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad. El Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas. El Señor sostiene a los que se van a caer, endereza a los que ya se doblan. Fíjense la misericordia tan grande que Él tiene con todos nosotros, este canto, el Salmo 144 es un Salmo que expresa la esencia de Dios.

La segunda Palabra es del apóstol San Pablo a los Tesalonicenses. Dice San Pablo: Dios nos haga dignos de la vocación con su poder y lleve a terminó todo propósito de hacer el bien y la tarea de la fe. Él es el que nos ayuda, nos corrige, como decíamos antes. No perdáis, termina diciendo San Pablo, la cabeza ni os alarméis, sino que vivid el hoy con intensidad.

El Evangelio de san Lucas expresa todo lo que estamos diciendo y nos pone por delante la vocación de Zaqueo. Es interesante porque Jesús no condena a Zaqueo, sino que le anuncia la conversión. Hermanos ¿quién es Zaqueo? Zaqueo es un hombre rico recaudador de impuestos y es jefe de publicanos de una gran ciudad como Jericó, ciudad importante que esta junto al Jordán. Los publicanos eran los recaudadores de impuestos que los judíos debían de pagar al emperador romano, y por este motivo ya eran considerados pecadores públicos, además, se aprovechaban con frecuencia su posición para sacar dinero a la gente mediante el chantaje, por eso Zaqueo era muy rico, pero sus conciudadanos lo despreciaban, así, cuando Jesús al atravesar Jericó se detuvo precisamente en la casa de Zaqueo, suscitó un escándalo general, pero Él Señor sabía muy bien lo que hacía. Zaqueo, tocado profundamente por la visita de Jesús, decide cambiar de vida y promete restituir el cuádruplo de lo que ha robado, que es lo que manda el Talmud. “Hoy ha llegado la salvación a esta casa, dice Jesús y concluye, el hijo del hombre ha venido a salvar lo que estaba perdido”. Importante lo que dice San Jerónimo comentando este texto. En el caso de Zaqueo vemos precisamente que lo que era imposible se realiza en él, es decir, entregó su riqueza e inmediatamente la sustituyó con la riqueza del Reino de los Cielos. Hermanos, hagamos eso nosotros, hagamos una sustitución del dinero por el reino de los cielos y tendremos Vida Eterna. También dice esto San Máximo de Turín: “Para los necios las riquezas son un alimento para la deshonestidad, sin embargo, para los sabios son una ayuda para la virtud, a estos se les ofrece una oportunidad para la salvación, a aquellos se les provoca un tropiezo que los arruina”. Por eso, hermanos, hoy se cumple lo que dice el Señor: “Hoy ha llegado la salvación a esta casa”. La misión de la Iglesia es precisamente esta: Anunciar la salvación a todo el mundo, a los pecadores, a los ladrones, a los que hacen trampa, anunciar la salvación a los adúlteros, anunciar la salvación a todo aquel que está alejado de Dios; por eso, hermanos, te propone hoy el Señor retornar a la Iglesia, y humildemente aprender de los Evangelios, de la Palabra de Dios, que es Dios quien sale a tu encuentro, entra a tu casa y te salva ¿Quién condena? el demonio, ¿Quién salva? Jesucristo.

Que la bendición de Dios todopoderoso este contigo y con todos los que habitan en tu casa

Feliz domingo.

 

Mons. José Luis del Palacio
Obispo E. del Callao