Que Pérez-Reverte sea un legionario con talento, el Juanito de la literatura, le hace acreedor del botellazo que con regularidad le propina el feminismo en supuesta defensa propia al ser receptor de las invectivas del cartagenero moreno. La defensa propia, en su justa medida, está avalada por la segunda enmienda de la Constitución americana, que permite la tenencia de armas, pero llevada al límite desemboca en matanza de Texas. En defensa propia el feminismo está en su derecho de llamar machista al escritor, pero no en el de prohibir la lectura de sus libros, como propone Comisiones Obreras en un informe que tiene como objetivo sentar las bases de una escuela feminista. En la que tampoco se leería a Javier Marías, ese insensible, y a Pablo Neruda, ese facha.

Para las autoras del informe, una profesora y una educadora, los tres son misóginos. No sé los dos primeros, pero el chileno se graduó en lirismo al comparar a la mujer con la boina gris y el corazón en calma, que no es como llamarla pendeja. Ni sus veinte poemas de amor se compadecen con el reguetón ni su canción desesperada sería interpretada por Maluma en los bises de un concierto en Ciudad Juárez. En cuanto a Pérez-Reverte lean su artículo recién publicado en El Semanal y descubrirán la admiración que siente por las damas corajudas. Si a pesar de eso les llaman misóginos es porque misógino, hoy, es cualquier hombre que crea que una mujer no es superior a él. O que le ceda el paso, ya que, a juicio del feminismo, lo hará para refocilarse con sus andares.

El informe plantea asimismo una escuela en la que las pistas de fútbol sean sustituidas por las de baile sin tener en cuenta que un agarrón dentro del área es menos masculino que un tango. También exige que los colegios lleven nombres de feministas o, en su defecto, de elementos de la naturaleza, de modo que es posible que, por la mezcla, no ponga reparos a que uno de ellos se llame Paco Clavel. Más difícil es cumplir con su pretensión de adaptar el temario de filosofía para que se estudien al mismo número de pensadores hombres que de pensadoras mujeres. Lo que nos lleva a la teoría de las formas de Platón, según el cual una imbécil es sólo la aproximación a la idea de una imbécil. Y ya que he sacado a colación a la estupidez aludo a una: la propuesta de suprimir de la escuela feminista la religión católica, lo que viene tan poco a cuento como pedir en un partido de balonmano que nadie vaya misa en lugar de que retorne Perramón.