Sta. Teresa del Niño Jesús, Doctora de la Iglesia, nos enseñó su manera de rezar, sencilla y sublime:
-«Le digo a Dios simplemente lo que quiero decirle;
- Sin componer frases hermosas y él siempre me entiende... 
- Para mí, la oración es un impulso, una necesidad del corazón
- Una simple mirada lanzada hacia el cielo;
- Un grito de gratitud y de amor;  - Tanto en el dolor como en la alegría».

-«¡Oh Dios mío!... Yo quiero amarte y hacerte amar...
Deseo cumplir perfectamente tu voluntad 
- Y alcanzar el grado de gloria que me has preparado en tu Reino;
- En una palabra: quiero ser santa. Pero siento mi impotencia, y te pido, Dios mío que Tú mismo seas mi santidad...
- Te doy gracias, por todos los beneficios que me has concedido
- En especial por haberme hecho pasar por el crisol del dolor como víctima de tu amor, ¡oh Jesús!».

El gran san Juan Crisóstomo enseñaba:
Sacad un pez fuera del agua. Pronto le veréis morir.
Alejaos de vuestros ruegos y plegarias,
y moriréis también a la gracia de Dios,
porque así como el agua es la vida corporal del pez,
así la oración es la vida espiritual de la persona».