Se llama Paloma Pedrero. Es licenciada en Sociología, actriz, directora y autora de 30 obras teatrales. Hace años escribió el hecho siguiente de su vida, en el mismo periódico en el que uno colaboraba:

-«De niña, la peseta era una de las grandes alegrías de mi vida. Recuerdo con nitidez, cuando llegó a mí, la primera peseta. Me la dio mi madre, para que se la diera a un pobre de pedir.
El pobre, que parecía tristísimo, me miró y me sonrió sin dientes... Pensé yo:
-“¡Jopé, lo que vale una peseta!”»

-Lo que vale una peseta cuando no se tiene nada.
-Lo que vale una peseta cuando se da, se ofrece de todo corazón
–Lo que vale la enseñanza de una madre:maestra de vida”, cuya lección perdurará para siempre.
-Y el valor de la reacción del pobre: responder con lo único que tenía y poseía, su sonrisa sin dientes.
 
Una sonrisa jamás empobrece a quien la da. Sí que enriquece a quien la recibe. Es una manera de dar y darse.
Nadie es tan pobre que no pueda dar una sonrisa, y nadie es tan rico para no poder recibirla.

San Agustín afirmaba:
-“El que tiene caridad en su corazón, siempre tiene algo que dar”.