François Mitterand, presidente de la República francesa, enfermo de cáncer, afirmaba:

-"No sé si creo en Dios. Pero a menudo me siento tentado de creer en Él. De repente, uno se siente solo, vacío, perdido en la inmensidad del mundo. Pascal lo dijo mejor que yo. Está uno ahí, con su cuerpo frágil, que se va romper muy pronto. Pero hay algo en uno que le hace aspirar a la pervivencia y mirar al más allá y otear hacia la eternidad. No tiene uno corresponsal allí, y siente su necesidad.

La esposa del Cántico dice:
"No quieras enviarme, hoy ya más mensajero, que no saben decirme lo que quiero y necesito."

Ni Santa Teresa y San Juan de la Cruz pueden hablar del Dios, 'al que nadie ha visto jamás' (Jn.1, 18), pero sí muestran la quemadura que les produjo su llama de amor.

San Gregorio de Niza, allá por el siglo IV, nos dejó escrito:
-"Los conceptos crean ídolos de Dios. Solo el sobrecogimiento presiente Algo."

El doctor Alexis Carrel, Premio Nobel de medicina, afirmaba:
-"El hombre necesita de Dios, como necesita agua y oxígeno."

Ernest Hello aseveraba:
-"Yo soy un mendigo, un mendigo de lo absoluto."