-La dictadura de lo secundario... nos quita calidad de vida.
-La dictadura de lo secundario... nos falsea los ideales, la realidad, el fin.
-La dictadura de lo material... no se hace olvidar la dimensión espiritual.

-La dictadura del televisor, de una diversión, de Internet, de algo no esencial para la vida... puede hipnotizar nuestra manera de ver, de juzgar y de actuar.
-La dictadura de lo mero externo... suele privarnos del gozo de la vida interior.

-Los hay que han abandonado lo esencial: la confianza en Dios, la espiritualidad... y se abocan a lo secundario de la vida: objetos, cargos importantes, vehículos -a lo perecedero- que hoy está y mañana no, como el heno que fenece y desaparece (Mt. 6, 30). Es la dictadura de lo secundario.

-La dictadura de lo secundario... no nos aporta absolutamente nada ante la necesidad de superar una prueba, una enfermedad, la soledad, una muerte. Cuando no se sabe qué hacer ni a quién acudir, ni dónde encontrar la paz.
¿Tal vez abrazarán el objeto, el vehículo o a sus adquisiciones, a sus títulos y cargos o a sus vanidades...?

Los santos no cayeron en la dictadura de lo secundario.
Ortega y Gasset decía de San Francisco de Asís: "Necesitaba muy poco... y lo poco que necesitaba, lo necesitaba muy poco."