La Santa Sede tiene un buen depósito de palabras para iniciar cada nuevo documento, pues gracias a Dios abundan en la Escritura: muchas palabras que hablan de una sola Palabra, Jesucristo. Francisco ha titulado su Exhortación «Christus vivit»: Jesucristo está vivo, es esperanza nuestra y la más hermosa juventud de este mundo.

Ser para los demás

Casi al principio escribe: «Ser joven, más que una edad es un estado del corazón. De ahí que una institución tan antigua como la Iglesia pueda renovarse y volver a ser joven en diversas etapas de su larguísima historia. En realidad, en sus momentos más trágicos siente el llamado a volver a lo esencial del primer amor» (n. 34).

A lo largo de casi trescientos puntos continúa con este anuncio: Jesucristo está vivo y te ama, a cada joven, a cada bautizado, a cada persona humana. Nueve capítulos sobre la juventud de Jesucristo; los caminos de la juventud con sus ilusiones y dificultades; y también el discernimiento de la vocación de ser para los demás y hacer algo grande.

Describe y orienta las cosas que les pasan a los jóvenes en un mundo en crisis: deseos, heridas y búsquedas; dependencias y marginaciones; migraciones y falta de trabajo; abusos varios y modelos de barro; culto al cuerpo y a la sexualidad. Añade que hay salida y no deben dejarse robar la esperanza.

Más allá de cualquier circunstancia el Papa Francisco quiere anunciar a los jóvenes lo más importante, resumido en tres grandes verdades que siempre hemos de escuchar: Dios es amor, Dios te ama; Jesucristo te salva y ofrece siempre su amistad y su perdón porque es fiel; Él vive, no es un personaje del pasado ni un mito. Es garantía de que el mal no puede triunfar sobre el bien.

No ser bichos raros

Entre tantos buenos y novedosos contenidos destacaría ahora solamente algunas ideas interesantes. Escribe que los jóvenes son el «ahora de Dios», que puede ayudarnos a captar que la eternidad del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, no es un eterno aburrimiento, sino plena actualidad inabarcable para nosotros, criaturas inmersas en el tiempo y en el espacio determinados. Tan sólo atisbamos, sin comprender, qué es una vida siempre en presente, vivo y actual, sin pasado ni futuro. Dios es siempre más, siempre joven.

Otra idea es que los jóvenes que viven en amistad con Jesucristo y son consecuentes con la fe no pueden ser «bichos raros», es decir, salir de su ambiente y quedarse sin participar, sino más bien estar inmersos en la vida social y pública. Esto no significa mimetizarse con el ambiente como hacen los camaleones y algunos insectos confundidos con su entorno, a la defensiva y sin aportar nada. Porque un amigo de Jesucristo se va a significar como un punto de luz y una referencia orientadora.

(Continuará)