El artista Daniel Quintero ha trabajado, durante años, para pintar retratos imaginarios de grandes personajes históricos, sefardíes de la Edad Media. El pintor retratista recorrió sinagogas de Europa, Turquía e Israel en busca de rostros, cuyos antepasados tuvieron que abandonar Sefarad (1492). Le sirvieron de modelos sefardíes, de los que aún conservan la llave de la casa de sus familias, 500 años después.
Las llaves, han pasado, como herencia simbólica, de padres a hijos.
Al pintor le sirvió de modelo, un sefardita comerciante de ámbar, en el Gran Bazar de Estambul, para pintar el retrato imaginario de Maimónides. Sus antepasados vivieron en Toledo. El comerciante de ámbar viajó muchas veces a España, con la llave de la puerta de la casa de sus antepasados, y que ahora existía sólo en su imaginación.

Después de buscar en anticuarios por toda España, en una casa de compra-venta de Plasencia, el sefardita encontró una cerradura llena de herrumbre, del siglo XV. Puso la llave. Presionó. Encajó. Dio la vuelta con la llave y... funcionó todo el mecanismo. ¡Era la cerradura de su casa!

Kierkegaard, filósofo y teólogo danés, escribió: “Dios bendice al hombre, no porque ha encontrado, sino porque ha buscado”.

Sertillanges enseñaba: “Los éxitos le dicen al cristiano: ¡Continúa! Los fracasos le gritan: ¡Vuelve a comenzar!”

Jesús había afirmado: “Porque...el que busca, halla” (Mt. 7,7).