Cuando un tratamiento no es el adecuado, la enfermedad sigue su curso y, en algunos casos, puede terminar muy mal. Por eso, los médicos, tienen que prepararse en todo el sentido de la palabra, a fin de recetar y generar procesos que verdaderamente ayuden al paciente. Dicho ejemplo nos sirve también en la Iglesia cuando surge un problema pastoral y se quiere dar una respuesta efectiva. Por ejemplo: “Los jóvenes no vienen a Misa, así que vamos a darle un giro alternativo con la música y los cantantes que más les gustan”. Buen diagnóstico: Falta una mayor participación de las nuevas generaciones, pero un tratamiento fuera de lugar: Ofrecerles lo que pueden encontrar en cualquier otro lado. ¿Resultado? Ni con los de lejos, ni mucho menos con los que están dentro, porque es algo que pueden encontrar con tan solo un clic de distancia, mientras que un espacio de silencio y Lectio divina es algo que nadie más les presenta como opción. Y de eso se trata. Enseñarles el valor de la fe sin complejos, porque copiar otros espacios –aun cuando son moralmente válidos- es darse por vencidos antes de tiempo.

El problema no son los diferentes géneros musicales (el que esto escribe, por ejemplo, escucha y sigue a muchos grupos), sino el confundir las cosas, mezclando un espacio de oración con otro que está bien, pero en un ámbito o contexto diferente al de la liturgia que tiene su propia esencia y significado. Dejemos que la Misa sea justamente una Misa. De otra manera, seremos una voz del montón, equiparable a la serie de opciones que saturan el mundo de los jóvenes. Hay que ofrecer lo propio, aquello que Jesús sentó como base principal y, entonces, se animarán y comprometerán. La gente joven busca sentido de pertenencia, de vinculación con un enfoque auténtico, original y la liturgia cuenta con todos estos elementos que el mundo, quizá como nunca antes, necesita.

No se trata de hacer un espectáculo, pero sí de cuidar los espacios y momentos de oración. En un mundo en constante movimiento, nada como un alto para entrar en contacto con Dios, uno mismo y los demás. Pongamos manos a la obra, sin dejarnos confundir. No bastan las buenas intenciones. Es necesario volver al origen, a la raíz y aprovechar todo lo que la Iglesia nos ha dado como herencia.
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Escucha el siguiente audio, titulado "Fe y ciencia. Dos preguntas": https://mx.ivoox.com/es/fe-ciencia-dos-preguntas-audios-mp3_rf_21759055_1.html