Llegué a conocer a don Rodrigo Bocanegra siendo alumno del Seminario de Jaén. Varios veranos los pasé en la ciudad de Marbella formando parte de campamentos juveniles e iba a celebrar la Misa, donde él era párroco de la única feligresía existente entonces: Nuestra Señora de la Encarnación. Era un cura con sotana permanente incluso en los tórridos estíos playeros.
Había llegado hasta la ciuudad marbellí en el año 1949, donde se mantuvo hasta el año 1973 en que falleció.
Contribuyó al desarrollo humano, social y turístico de la ciudad de la Costa del Sol. Era un gran diplomático, sabiendo tratar a los ministros del régimen de entonces, que disponían de villas allí, a quienes procuraba utilizar para crear centros de trabajo, como el conocido "el esparto", el puerto de los pescadores, viviendas sociales, escuelas públicas, y el colegio María Auxiliadora.
Tuvo que soportar voces críticas por codearse con personajes del régimen de antes. Pero él siempre decía: "Siempre que yo no pida para mí, da igual lo que digan". Era cierto. Pudo ser obispo y no quiso. Desearon llevarlo hasta Málaga y tampoco aceptó. El obispo de Málaga, cardenal Herrera Oria, entendió y dejó actuar a don Rodrigo Bocanegra, quien le contaba todos sus planes y logros.
Tuvo un talante liberal, cuando se pretendió separar por sexos la playa marbellí por parte del régimen anterior. Con fineza se opuso a esa decisión que no salió del salón del consejo de ministros en El Pardo.
Muchas personas han escrito sobre don Rodrigo Bocanegra, porque saben que su misión sacerdotal fue uno de los ejes de la pujanza turística internacional de la Costa del Sol.
La última vez que lo ví me dijo: "No mires nunca atrás, sigue adelante la Luz de Cristo nos precede".
Descanse en paz.
Tomás de la Torre Lendínez
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Muchas gracias.