Desde que leí una reseña de la construcción de una pequeña capilla por parte de unos prisioneros italianos en un campo de prisioneros en Escocia durante la II Guerra Mundial; me decidí a profundizar en esa historia. Buscando información para escribir este post me encontré con un libro: “Historias asombrosas de la Segunda Guerra Mundial” de Jesús Hernández.
“Historias asombrosas de la Segunda Guerra Mundial” de Jesús Hernández.

En el libro hay un capitulo dedicado a la conocida como La Capilla Italiana. Por su interés comparto este capitulo que nos permite entender como en los momentos y lugares más adversos, la búsqueda de la belleza permite a los hombres a través del arte ennoblecer su entorno y su corazón.

El 10 de abril de 1960, el padre Whitaker mientras celebraba la Santa Misa en La Capilla Italiana dijo: “De todos los edificios en Lambholm durante la guerra solo quedan dos: esta capilla y  la estatua de San Jorge. Todo lo que satisfacía las necesidades materiales ha desaparecido, pero las dos cosas que satisfacían las necesidades espirituales permanecen allí. En el corazón de los seres humanos lo más genuino y duradero es Dios”.

El milagro del Campo 60

Los turistas que visitan las islas Orcadas, situadas al norte de Escocia, no salen de su asombro cuando, de forma inesperada, sobre una pequeña colina, se dan de bruces con una pequeña iglesia que parece trasplantada directamente desde el sur de Italia. En unas islas azotadas por el gélido viento del norte, sin rastro de vegetación, y cuya tradición histórica y cultural es inequívocamente escandinava pese a pertenecer a Gran Bretaña, surge de repente una humilde capilla, pintada con alegres colores, que aporta la luminosidad y la alegría del Mediterráneo a esas siempre brumosas tierras nórdicas.
Leyenda
Pero lo que es más sorprendente es el material con el que está construida esta iglesia verdaderamente singular, conocida como la Italian Chapel (Capilla Italiana). La estructura del pequeño edificio no es más que un estandarizado barracón metálico perteneciente a un campo de prisioneros. Las otras partes metálicas proceden de cascos de barcos hundidos.
La Capilla Italiana.
La espectacular decoración, en la que sobresalen los efectistas trampantojos, que ofrecen sensación de profundidad, está realizada con yeso pintado. Pese a la humildad de los materiales empleados, el resultado es extraordinario.
Las islas Orcadas.
¿Cuál es el origen de esta obra artística sin parangón? Sus imaginativos constructores fueron soldados italianos capturados por los Aliados en las campañas del norte de África. Estos hombres fueron enviados en 1942  a  trabajar a las islas Orcadas; su misión era construir diques en las entradas de la base naval de Scapa Flow. En octubre de 1939, un submarino alemán había logrado la proeza de penetrar en ella, por lo que era necesario cerrar todos los accesos para evitar una acción similar.
Los prisioneros italianos junto a la capilla.
Los italianos fueron recluidos en un campo de prisioneros muy próximo a una de estas entradas  y comenzaron a acarrear piedras para construir las que se llamaron Churchill Barriers (Barreras de Churchill).
Churchill Barriers (Barreras de Churchill).
El lugar se denominó oficialmente como Campo 60. Al principio se instalaron en una docena de estos módulos prefabricados. El lugar no era muy acogedor, especialmente debido al clima severo, pero los transalpinos comenzaron bien pronto a construir caminos de cemento para evitar el barro y a sembrar parterres con plantas y flores para hacer de este campo un lugar mínimamente acogedor. Con la colaboración de los británicos, se dedicó uno de estos barracones al entretenimiento de los soldados, instalando allí un escenario para representar obras de teatro. La proverbial capacidad de los latinos para improvisar no tenía límite; ante la  falta de madera, se construyeron mesas de billar de cemento.
Estatua de San Jorge de Chiocchetti.
Entre los prisioneros se encontraba un artista plástico, Domenico Chiocchetti, que tuvo la idea de erigir una pequeña estatua dedicada a San Jorge. La lucha triunfante del santo con el dragón, tal como representaba la escena, simbolizaba el triunfo de los propios prisioneros sobre las contrariedades y la soledad de su cautiverio. El escultor empleó alambre de espino para darle la forma y lo cubrió todo con cemento fresco. En la base se colocaron monedas italianas y se insertó un papel enrollado en  el  que  firmaron
todos sus compañeros.
 
Pero los internos más religiosos echaban en falta un lugar de culto. Estos apelaron al inspector de campos de prisioneros de la Oficina de Guerra. La petición fue bien acogida, pero la realidad es que pasaban los meses y no llegaba el permiso para destinar algún lugar del campo para los servicios religiosos. Afortunadamente, hubo un relevo en la dirección del campo y el nuevo oficial al mando, el mayor T.P. Buckland, se mostró entusiasmado con la posibilidad de construir una capilla. La llegada de un sacerdote  italiano, el padre Gioachino Giacobazzi, acabó de dar el impulso  definitivo. Por otra parte, el autor de la estatua de San Jorge se ofreció para dirigir la construcción. El Campo 60 tendría su propia iglesia.
Exterior de La Capilla Italiana.
Los trabajos comenzaron en 1943. Se decidió unir dos barracones Nissen formando uno con el doble de longitud. En principio se pensó emplear la primera mitad como escuela y la del final como capilla. Chiocchetti se dedicó en cuerpo y alma a decorar la parte final del barracón. La superficie ondulada interior del barracón fue cubierta con yeso, creando la sensación de que estaba formada por ladrillos. También construyó una gran reja de hierro que protegía el altar y abrió unas grandes ventanas que las cubrió con vidrieras de colores.
Interior de La Capilla Italiana.
En el altar pintó una figura que representaba a San Francisco de Asís y otra a Santa Catalina de Siena. En el centro aparecía la Virgen y el Niño. El modelo para estos dibujos fueron unas estampas que el artista había traído consigo. La madera del tabernáculo se había obtenido de los restos de un buque naufragado que habían llegado a la costa. No encontraron el material necesario para  unas cortinas doradas, por lo que se tuvieron que pedir por correo a una tienda de Exeter, siendo pagadas por cuestación popular entre los prisioneros.
Altar de La Capilla Italiana.
El resultado de los trabajos de Chiochetti era espectacular, lo que contrastaba con la parte anterior del barracón, mucho más austera, dedicada a la escuela. Así pues, decidieron dedicar toda a la capilla. En poco tiempo, el interior del barracón doble ofrecía todo el aspecto de una acogedora iglesia italiana.
Interior de La Capitula Italiana.
Pero ahora el contraste se producía con el exterior, que no se distinguía del resto de barracones. Uno de los colaboradores del artista se encargó de construir una bella fachada, coronada por dos pináculos de pretendido estilo gótico. En el frontispicio se colocó una efigie de Cristo durante la Pasión. Con la incorporación de ese detalle, la construcción de la capilla se dio por terminada; se había producido el “Milagro del Campo 60”.
Fachada de La Capilla Italiana.
La ansiada liberación no llegaría hasta mayo de 1945, pese a que Italia ya no luchaba junto a los alemanes desde septiembre de 1943. La derrota de Hitler suponía la libertad para aquellos sufridos hombres que en ningún momento habían perdido la ilusión de vivir. Todos los prisioneros celebraron la inminente vuelta a casa, aunque se entristecieron al ser conscientes de que dejarían atrás  aquella capilla que tanta esperanza les había proporcionado. Los italianos regresaron a su país, pero hubo uno de ellos que aún se quedaría allí un tiempo; era precisamente el artista Chiochetti, que aún estaba enfrascado en la laboriosa construcción de una pila bautismal.
Pila bautismal de La Capilla Italiana.
Cuando, unos meses más tarde, el escultor vio su última obra terminada, también tomó el camino de casa, pero antes de partir recibió la promesa de la máxima autoridad civil de las Orcadas de que aquella capilla sería conservada. Desgraciadamente, una vez que el campo de prisioneros fue desmantelado, la iglesia —aunque fue respetada— cayó en el abandono y sufrió un proceso de deterioro que a punto estaría de acabar con ella.
Panel informativo 1 del Campo 60.
Serían los habitantes de las Orcadas, a los que no se les pasó por alto el gran valor de aquella auténtica obra de arte, los que la mantendrían con vida. En las principales fiestas del calendario cristiano, acudían allí peregrinos procedentes de todos los rincones de la isla. Además, la capilla se impuso como una visita obligatoria para los, entonces, escasos turistas que llegaban a las Orcadas.
Panel informativo 2 del Campo 60.
Aún así, la precariedad de los materiales empleados en su construcción obligaba a llevar a cabo importantes trabajos de restauración. Estos se iniciarían en julio de 1958, gracias a los fondos aportados por los propios visitantes, pero la falta de un apoyo decidido por parte de las autoridades hacía insuficiente esta voluntariosa labor de recuperación.
 
Pero todo cambió al año siguiente. La BBC emitió una serie de informaciones destinadas a dar a conocer los problemas por los que  atravesaba este tesoro artístico, incluyendo entrevistas con Chiocchetti, que vivía en Moena, una localidad de las Dolomitas. Las noticias llegaron en el verano de 1959 a Italia, en donde se produjo una corriente popular de apoyo a la permanencia de aquella minúscula representación de su país en esas latitudes.
Chiocchetti restaurando el altar.
Gracias a esta campaña, la Capilla Italiana (Italian Chapel) sería salvada. La BBC financió el viaje de regreso a las Orcadas de Chiocchetti, que sería el encargado —quién mejor si no— de dirigir los trabajos de rehabilitación. La inauguración de la capilla  restaurada se celebraría el 10 de abril de 1960, con una misa que sería retransmitida en directo por medio centenar de emisoras italianas.
 
Una vez cumplida su misión, el artista italiano regresó a su país, pero no sin antes hacer pública una carta dirigida a todos los habitantes de las Orcadas que habían apoyado la labor de restauración:
 
“Queridos orcadianos:
 
Mi trabajo ha finalizado. En el tiempo que he estado aquí he dado lo mejor para que la capilla recupere la frescura que tenía cuando me marché. Ahora es vuestra, debéis amarla y preservarla. Me llevo a Italia vuestra amabilidad y vuestra maravillosa hospitalidad.
 
Doy las gracias a todos los que han colaborado en el éxito de este trabajo y a los que me han proporcionado la alegría de ver de nuevo esta capilla, en donde he dejado una parte de mi corazón. Gracias también en nombre de todos los compañeros del
Campo 60 que trabajaron junto a mí.
 
Adiós, queridos amigos de las Orcadas, o quizás debería decir “hasta la vista”.
 
Domenico Chiocchetti. Kirkwall, 11 de abril de 1960.
 
Su promesa de volver a las Orcadas se cumplió cuatro años más tarde, cuando regresó acompañado en esa ocasión por su mujer, María. El artista llegó cargado de objetos destinados a embellecer aún más la capilla, como un Cristo de madera enviado por las autoridades de Moena o unos manteles de encaje para el altar bordados por su esposa.
Detalle enrrejado del altar.
Esa sería la última ocasión en la que Chioccheti vería su obra maestra. Desgraciadamente, el delicado estado de salud del artista no le permitiría acudir en la fecha más señalada; en junio de 1992, para  conmemorar el 50 aniversario de su llegada junto a los demás italianos al Campo 60, se celebró un encuentro de antiguos prisioneros en las Orcadas. En representación del artista —que acababa de cumplir 82 años—  acudiría su hija Letizia, acompañada de su marido, puesto que su mujer, María, tampoco se encontraba en condiciones de desplazarse hasta allí. Aunque Chiocchetti no estuvo presente, su espíritu sí lo estuvo. El artista falleció el 7 de mayo de 1999. Dos días más tarde se celebró una misa en su honor en la capilla, a la que sí que pudo acudir su esposa, junto a toda la familia.
Frescos del techo
El recuerdo de Chiocchetti estará siempre presente en la capilla que construyó con sus propias manos. El “Milagro del Campo 60” permanecerá en aquella colina de las Orcadas como prueba de lo que el ser humano puede conseguir con ilusión y esperanza en las condiciones más desfavorables.

Dibujos y fotografías tomadas de viajesylugares.es, oneexwidow.blogspot.com.es, labrujulaverde.com