Con gusto publico este buenísimo artículo, escrito por el Presidente de la Fundación Regina Martyr,  José-Javier Echave-Sustaeta del Villar, coincidiendo con el centenario de las Apariciones de la Virgen a los pastores en Fátima. Lleva por título:
 

EL MENSAJE DE FÁTIMA Y LOS MÁRTIRES DE LA PERSECUCIÓN RELIGIOSA EN ESPAÑA

En 1921, cuatro años después de las Apariciones de Nuestra Señora en Fátima, Lucía do Santos de Jesús, a sus 14 años,  y por indicación del Obispo de Leiría, ingresaba como alumna en el colegio de las Hermanas de Santa Dorotea de Oporto, bajo nombre supuesto, pasando cuatro años como colegiala. Sentía deseos de consagrarse a Dios en vida religiosa, y, tras leer “Historia de un alma” de Santa Teresita, su primera idea fue hacia el Carmelo, pero la vida de piedad vivida en el colegio, y el ejemplo y agradecimiento a sus formadoras, le decidió por el Instituto de Santa Dorotea.  En 1925, a sus 18 años, las religiosas la enviaron a su noviciado, que desde la revolución portuguesa estaba en Tuy, España. Allí permaneció hasta que en octubre de 1934, tras su profesión perpetua como “María Lúcia da Jesús das Dores”, sería destinada a la casa de Pontevedra, asignándole labores subalternas.

En Tuy el 13 de junio de 1929 Nuestra Señora cumplirá su promesa del 13 de Julio de 1917: “Vendré a pedir la Consagración de Rusia” diciéndole: “Ha llegado el momento en que Dios pide que el Santo Padre, en unión con todos los Obispos del mundo, haga la consagración de Rusia a Mi Inmaculado Corazón, prometiendo salvarla por este medio”. Lucía insistía ante el obispo de Leiría para que la pidiera al Papa Pio XI, y por fin le escribió en 1931: “Esta religiosa (Lucía) me ruega comunicar a Vuestra Santidad, que según una revelación celeste, el buen Dios promete poner fin a la persecución en Rusia, si Vuestra Santidad se digna hacer y ordenar que todos los obispos del mundo católico hagan igualmente, un acto público y solemne de reparación y de consagración de Rusia a los Santísimos Corazones de Jesús y María, y se digna también aprobar y recomendar la práctica de la devoción reparadora.” No hubo repuesta.

Como profesa Lucía vivió en Tuy el advenimiento de la República, y con él el inicio de la persecución religiosa. En agosto Nuestro Señor le manifiesta las consecuencias de no haber consagrado Rusia al Inmaculado Corazón de María: "¡No han querido atender mi petición!  Participa a Mis ministros que, en vista de que siguen el ejemplo del Rey de Francia en la dilación de la ejecución de Mi petición, también lo han de seguir en la aflicción; como él, se arrepentirán y la cumplirán, pero será tarde. Rusia ya habrá propagado sus errores por el mundo, provocando guerras y persecuciones a la Iglesia; el Santo Padre tendrá mucho que sufrir”.

Lucía recordaba las palabras de santa Teresa de Jesús, en cuyo Carmelo había querido ingresar: “El verdadero religioso... no ha de volver las espaldas a desear morir por Él y pasar martirio”. (Camino de Perfección, 12, 2), y en 1932 al ser suprimida la Compañía de Jesús en España, escribía: “Vamos a ver lo que Dios quiere de nosotros. Únicamente  temo que nuestro Buen Dios no me encuentre digna de sufrir algo por su amor”, y a los tres días de llegar a su nuevo destino en Pontevedra, vivía la sublevación del 6 de octubre de 1934 en la vecina Asturias con sus martirios y profanaciones.
 

Oviedo. Palacio Episcopal desde la Catedral. 1934

El 26 de mayo de 1936 el episcopado portugués reunido en Fátima, temeroso ante la revolución de los sin Dios en España, hacía voto de promover una peregrinación nacional a Fátima si Nuestra Señora libraba a Portugal del comunismo.

Una semana de incertidumbre en Pontevedra tras el 18 de julio de 1936

Tras el alzamiento militar de 1936, los jefes del Regimiento de Artillería de la capital se mantienen indecisos en espera de acontecimientos, mientras las milicias revolucionarias declaran la huelga general.

El lunes 20 de julio van llegando a Pontevedra camiones con milicianos de los pueblos puño en alto, disparando sus escopetas al aire y dando gritos de ¡Viva la Revolución!, junto a obreros del ferrocarril Zamora-Santiago portando dinamita sustraída de los polvorines, reuniéndose en la capital unos doce mil revolucionarios que controlan la ciudad, requisan coches y armas, provocan desmanes, proceden a registros, y ocupan el Palacio Episcopal. Pero, días después, la cercana base naval de Marín declara el Estado de Guerra, y los militares de Pontevedra detienen al Gobernador y ocupan los centros oficiales. El 26 de julio entran en la capital las fuerzas sublevadas en Marín que desarman a los milicianos y cesa toda resistencia.

La revolución y la guerra en España, consecuencia de la “no consagración de Rusia

Pontevedra, como toda Galicia, pasó el resto de la guerra en zona nacional en la que no hubo persecución religiosa. Sor Lucía era consciente de que después de la horrible revolución soviética con sus millones de muertos, España era la primera nación en sufrir los males del comunismo difundido por Rusia, anunciados por Nuestra Señora, y que aquella guerra española, con su terrible secuela de víctimas era consecuencia de no haber sido consagrada Rusia a su Inmaculado Corazón.

Esta convicción no estaba autorizada a manifestarla públicamente, pues ello entraba en el secreto revelado en la aparición de julio de 1917: “Vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y la comunión reparadora de los primeros sábados. Si atendieran mis deseos, Rusia se convertirá y habrá paz; si no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia”, y así, cuando el P. Fonseca en 1939 le preguntó: “La persecución a la Iglesia de España ¿entra en la revelación de la tercera aparición?, Sor Lucía le respondió en forma velada: “Tal vez; pues ésta (aparición) se refería a los males suscitados por Rusia. Entran, en esa perspectiva, las muertes de los sacerdotes  durante la guerra… y ahora”, palabra esta última con que termina la respuesta, que en 1939 resultaba inquietante.
 

Convento de las Hermanas Doroteas en Pontevedra. Actualmente Santuario de las Apariciones
 
Estoy pronta, y en nada tendría mayor gusto, que en dar mi vida por Dios

Sor Lucía, que seguía los acontecimientos desde su convento y oía las noticias que le llegaban del de Tuy, vivió la incertidumbre de aquella semana de julio con sobrenatural confianza, y escribe: “Yo en ningún momento me asusté, en parte por la confianza  que tenía en los Sagrados Corazones de Jesús y de María, y por la alegría que sentía de unirme a ellos en el Cielo. Mas por lo visto no me quieren allí por ahora; quieren que les ofrezca el sacrificio de esperar por la conversión de esta Nación (España)… si no fuera así, estoy pronta, y en nada tendría mayor gusto, que en dar mi vida por Dios, para de alguna manera pagarle el haberla dado por mí; reconozco, sin embargo, ser indigna de tan grande favor” (P. J. Alonso. c.m.f. “Fátima. España. Rusia”).
 
El Episcopado portugués consagra su nación al Inmaculado Corazón de María

El 7 de marzo de 1937 el Episcopado portugués, ante el peligro de que un triunfo del Frente Popular en España se extendiera a su país, publica pastoral colectiva contra el comunismo, en la que afirma: “Ahora en España el odio satánico a Cristo apareció en la sistemática profanación de lo que es eucarístico, y en la sangrienta persecución de las personas consagradas a Dios. La Iglesia de Portugal se inclina respetuosa y suplicante ante estos gloriosos mártires de Cristo y de la Iglesia, pidiéndoles que alcancen de la misericordia divina, para su patria, el perdón de los crímenes y la paz de Cristo”.

Un año después, el 17 de abril de 1938, los obispos renuevan la Consagración al Inmaculado Corazón de María, en la que reiteran: “Comenzó el sangriento holocausto de España… y el incendio amenaza comunicarse al mundo, que ya no sabe defender la Cristiandad. Portugal sufre como hermana el martirio de España... La guerra  predicha por Nuestra Señora es inminente. Las naciones que sufrirán más son las que han intentado destruir el reino de Dios. España ha sufrido ya su castigo, que no está aún del todo terminado”.

El 11 de febrero de 1939  muere Pio XI y es elegido Papa Mons. Eugenio Pacelli como Pio XII, que había sido consagrado obispo en fecha providencial: el 13 de mayo de 1917. Lucía le escribe comunicándole el segundo secreto confiado por la Virgen en su tercera aparición (la consagración al Inmaculado Corazón de María), y advierte al Obispo de Leiría: “La guerra predicha por Nuestra Señora es inminente. Las naciones que sufrirán más son las que han intentado destruir el reino de Dios. España ha sufrido ya su castigo, que no está aún del todo terminado. Portugal sufrirá un poco las consecuencias de la guerra, pero por la consagración que han hecho sus obispos al Inmaculado Corazón de María, Nuestra Señora la protegerá”.