Juan Casiano (360-430), monje y escritor latino cristiano, se inició en el Monaquismo en Belén y Egipto. Fue ordenado sacerdote en Roma el 405. Fundó el monasterio de San Víctor de Marsellam y su obra influyó en la Regla de San Benito. Él decía:
 
— «Si tenemos fija la mirada en las cosas de la eternidad;
— »Si estamos persuadidos de que todo lo de este mundo pasa y termina...
— »Entonces viviremos siempre contentos y con alegría;
— »Entonces permaneceremos inquebrantables en nuestro entusiasmo hasta el fin.
— »No nos abatirá el infortunio;
— »Ni nos llenará de soberbia la prosperidad...,
— »Porque consideraremos ambas cosas como caducas y transitorias.»
 
El mismo Casiano dice que una de las cosas en que se ve la gran diferencia y ventaja de quienes viven la vida espiritual, son siervos de Dios y tienen su mirada puesta en la eternidad, es esto:
— En que sentimos mayor gozo y regocijo en nuestra alma cuando acabamos de llorar nuestros pecados... que el que sienten los mundanos en todas las fiestas y placeres del mundo.

“Tened el pensamiento puesto en las cosas celestiales y no en las de la tierra.” (Col 3,2)





Alimbau, J.M. (2017).  Palabras para la alegría. Madrid: Voz de Papel.