Dos grandes poetas, Pedro Salinas i Pablo Neruda decían del también gran poeta Federico García Lorca que su presencia aportaba siempre alegría. Decían de él:
«Generoso, generoso, generoso...
 Su persona era mágica...
 Y traía felicidad
 
Traía felicidad.
Traía alegría.
Traía gozo.
Traía distendimiento.
Traía convivencia.
Traía fiesta.
 
Pero tanto Salinas como Neruda, premio Nobel de Literatura, repiten la palabra «generosidad» tres veces consecutivas poniendo de relieve que era una persona muy generosa. Sabían que no hay alegría, no hay felicidad, sin generosidad, porque toda vida que da fruto es o ha sido una vida de entrega.
 
El P. Plus decía: «Nada atrae menos que los semigenerosos.»
 
Dios nos pide  que «donemos», que nos «demos», que nos «entreguemos»: nos pide generosidad.
 
Un autor afirma: «La alegría llega sola si el espíritu ha sido generoso.» Y es que la generosidad trae siempre consigo la alegría.
 
Annette von Droste dice: «Si todos los egoístas conocieran la gran paz, la felicidad, la alegría que da la generosidad, todos se convertirían en personas generosas.»

Y Louis Bromfield afirma: «Sólo se es feliz en la medida que uno se da.»

«Hay que tener presentes las palabras del Señor Jesús, que dijo: Mayor felicidad hay en dar que en recibir.» (Hch 20, 35)




Alimbau, J.M. (2017).  Palabras para la alegría. Madrid: Voz de Papel.