Descripción y características de la sede

La sede no va en función de la dignidad sino del ministerio que se ejerce. Es única: distinta la del que preside de la de los demás, aunque sean concelebrantes u otros obispos. La sede es única.

Es el signo de Cristo que preside, el signo de Cristo Cabeza de su Iglesia.

a) Única: Una sede digna para el que preside. No tantas sedes iguales cuantos ministros haya

b) Elevada: Al que preside se le debe ver. Y él debe ver bien a la asamblea, especialmente para la homilía que puede, oportunamente, hacer sentado. Si hay otras sillas, fuera de la tarima o alfombra.

c) No quedar separada de la asamblea: Ni por demasiado alta, ni por escondida, detrás del altar y al mismo nivel de plano. Si se sitúa en el fondo del ábside, debe tener la suficiente elevación para que el altar no oculte al presidente. Una justa medida y buena visibilidad.

d) Digna: entraría el adorno festivo: cojines según el color del tiempo litúrgico, o paños vistosos (cathedrae velatae, la llamaba S. Agustín como antes decíamos), pero sobre todo, por su factura y realización, en consonancia artística con los demás elementos celebrativos.

En muchos lugares, la sede está detrás del altar, con una tarima de un escalón tan solo y un gran atril de hierro delante, y apenas se veía al sacerdote. Empobrece su significado y no es útil para el ejercicio litúrgico.

Sede semiescondida detrás del altar.
En otros lugares, la sede es un sillón situado a varios metros de un atril -¡el atril de la epístola!- donde se realizan los ritos iniciales y luego ha de caminar hasta llegar al sillón. ¡La sede es un lugar simbólico! En la misma sede es donde el sacerdote -¡y no digamos el Obispo en su cátedra!- realiza los ritos iniciales y predica, teniendo allí el servicio auxiliar del micrófono y siendo visible para los fieles y no semioculto.

El Misal prescribe las características de la sede

“La sede del sacerdote celebrante debe significar su ministerio de presidente de la asamblea y de moderador de la oración. Por lo tanto, su lugar más adecuado es vuelto hacia el pueblo, al fondo del presbiterio, a no ser que la estructura del edificio u otra circunstancia lo impidan, por ejemplo, si por la gran distancia se torna difícil la comunicación entre el sacerdote y la asamblea congregada, o si el tabernáculo está situado en la mitad, detrás del altar. Evítese, además, toda apariencia de trono. Conviene que la sede se bendiga según el rito descrito en el Ritual Romano, antes de ser destinada al uso litúrgico.

Asimismo dispónganse en el presbiterio sillas para los sacerdotes concelebrantes y también para los presbíteros revestidos con vestidura coral, que estén presentes en la celebración, aunque no concelebren.

Póngase la silla del diácono cerca de la sede del celebrante. Para los demás ministros, colóquense las sillas de tal manera que claramente se distingan de las sillas del clero y que les permitan cumplir con facilidad el ministerio que se les ha confiado” (IGMR 310).

La misma sede del Obispo, la cátedra en la iglesia catedral, debe permitir al Obispo realmente presidir, ser visto, predicar sentado sin que esté semioculto; esta norma para la cátedra episcopal rige igualmente para la sede en cualquier iglesia:

Sede de la Catedral de Córdoba.

La cátedra  de la cual se habló en el n. 42, debe ser única y fija y colocada de tal manera que se vea que el Obispo preside verdaderamente toda la comunidad de los fieles.

El número de gradas que tenga la cátedra, se debe adaptar a la estructura de cada iglesia para que el Obispo pueda ser visto con facilidad.

No se coloque baldaquino encima de la cátedra, pero consérvense con diligente cuidado las obras preciosas que han legado los siglos” (CE 47).

Liturgia desde la sede

La sede es uno de los lugares litúrgicos necesarios para la Eucaristía y otros oficios litúrgicos, así como lo son el ambón y el altar. Desde la sede se preside, se ora, se dirige la oración y se enseña en la homilía. En la sede se significa el oficio de Cristo, Cabeza, Pastor y Maestro, y se supera la mera utilidad de sentarse durante unos cantos en tres sillas iguales al simbolismo de la cátedra.

Bastaría ver las antiguas basílicas para descubrir el lugar de la sede (en el ábside) de manera preeminente (el que preside está más elevado que el banco de piedra corrido para los sacerdotes).

Presbiterio de la basílica de San Clemente en Roma.

La sede como lugar litúrgico ha de habilitarse allí donde se celebre la Santa Misa y no únicamente en la parroquia, sino también en cualquier oratorio, capilla o iglesia de contemplativas. Es un contrasentido y ahora una grave infracción comenzar la Misa ya directamente desde el altar. Éste se reserva para el sacrificio y por tanto al altar se acerca el sacerdote para depositar la oblata y pronunciar la plegaria eucarística: los demás oficios (ritos iniciales, también la homilía, etc. y al final la bendición) los dirige desde el sitio de la presidencia.

“El lugar de presidencia o sede del sacerdote celebrante significa la función de presidir la asamblea litúrgica y de dirigir la oración del pueblo santo” (Bend 982).

Al Obispo se le indica que el lugar normal para que predique es su cátedra: “el Obispo hable al pueblo de Dios desde su cátedra, a no ser que la condición del lugar aconseje otra cosa” (CE 51).

En la sede se realiza el sacramento de la Confirmación. Desde la sede predica el obispo, en la sede, sentado, recibe la renovación de las promesas bautismales y en la sede se realiza la crismación:

“La celebración de ordinario se desarrolla en la cátedra. Pero si es necesario para la participación de los fieles, prepárese una sede para el Obispo delante del altar, o en otro lugar apto” (CE 457).

“Terminada la homilía, el Obispo, sentado, con mitra y báculo, interroga a los confirmandos, que están de pie, les pide la renovación de los compromisos bautismales y al final proclama la fe de la Iglesia, a la cual la asamblea asiente con una aclamación o con un canto adecuado” (CE 463).

“Después del Obispo se sienta y recibe la mitra. El diácono se acerca trayendo la crismera y crismeras con el santo crisma” (CE 465).

En la sede se realiza el sacramento del Orden: la homilía, el escrutinio, la imposición de manos y los ritos auxiliares.

Obispo sentado en la sede.

En la sede, además, si no hay grave obstáculo, se realizan ritos especiales, por ejemplo, la bendición del Abad o Abadesa. Igualmente es en la cátedra, o en una sede más visible si fuere necesario, donde se realiza el rito de consagración de vírgenes, sean seglares o sean monjas. En la sede también se realiza la institución de los ministerios laicales del lectorado y acolitados.

El simbolismo litúrgico de la sede se resalta cuando hay que inaugurar una sede nueva; entonces se procede a bendecirla para destinarla al uso litúrgico. La plegaria de bendición acude a la contemplación del ministerio de Cristo en cuanto Pastor que sigue pastoreando desde la sede litúrgica.

Es una lástima que muchas veces la sede queda al margen de la liturgia y se haga la homilía delante del altar con un micrófono (costumbre muy extendida entre algunos obispos; entre los sacerdotes, un inalámbrico y situándose entre los primeros bancos): se busca entonces impactar de forma mediática, pero pierde todo el valor de signo