Hola, buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.                              
    
COMO UN NIÑO EN BRAZOS DE SU MADRE

Hace unos días, en una visita venía un pequeño de un añito con su madre. Al cabo de un rato, mientras los demás estábamos compartiendo, me fijé en que ella se lo llevaba atrás y, sujetándole entre sus brazos, tomó un aerosol para tratar de aplicárselo. Era en un formato especial para bebé, de manera que el aerosol quedaba enganchado en una especie de tubo que desembocaba en una mascarilla para que él pudiera respirar la medicina bien. De manera que la madre le puso la mascarilla y presionó el aerosol. 

Nada más sentir la mascarilla cubriéndole la boca y la nariz, el niño comenzó a llorar desconsoladamente: pataleaba, se revolvía... estaba enfadado, sólo quería quitarse aquel cacharro de la cara. 

Yo lo veía y reflexionaba sobre los sentimientos que veía en su rostro lloroso. Claro, aquel pequeño debía de sentirse como si le estuvieran ahogando, él no puede entender que su madre le tenga que hacer eso. Y, sin embargo, no sólo es bueno para él, sino necesario para abrir bien esos bronquios que tiene cerrados.

Esta misma actitud refleja nuestra vida, porque cuántas veces no comprendemos por qué el Señor permite que tengamos a esa persona en el trabajo, o a ese hijo que no sabes qué más hacer con él, o esta circunstancia que no entiendes... Sientes que te ahoga la situación, si pudieras te lo quitarías de encima, como el bebé quería hacer con la mascarilla. Y además, nos ocurre como a él: nos cuesta entender qué puede tener de bueno para nosotros. 

No entendemos, pero es que nuestros ojos tienen una visión muy, muy reducida. Sin embargo, Cristo no permite las cosas que te ocurren "porque sí"; todo tiene un sentido y sólo necesita que no huyas de ello, sino que lo vivas de Su mano, y Él lo hará en ti. 

Él se va a valer de esa situación para sanarnos, abriéndonos los pulmones, ensanchando nuestro corazón y haciendo que podamos respirar un aire nuevo, limpio, para que ninguna situación nos ahogue. 

Cuando le dejo hacer esto en mí, experimento cómo Él trasforma mi vida, mi relación con los demás, enriqueciéndome para poder vivir desde un amor resucitado, ancho y dilatado. Cuando se trata de amar, Él no quiere límites en tu vida, porque quiere darte el don de poder amar a esa persona que jamás imaginarías poder tratar. 

Hoy el reto del Amor es observar a los pequeños que te encuentres en tu día. Ellos te llevarán hoy al Señor, mostrándote cómo te ama el Señor y cómo desea que vivas, así, colgado de Él. 

VIVE DE CRISTO

  
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¡Feliz día!

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