No consta que ninguna activista de Femen cantara al coño insumiso la saeta de Antonio Machado durante la procesión del 1 de mayo de 2014, en la que un grupo de feministas sevillanas llevó en andas una vagina de tales dimensiones que acomplejaría al mismísimo negro del whatsapp. En cambio, sí está documentado que se profirieron consignas contra dos madres, la de Dios y la Iglesia. De la Virgen María, en concreto, dijeron que también abortaría. De lo que se deducen dos cosas: que la rima consonante facilona hace mucho daño a la lírica contemporánea y que las chicas tenían ganas de ofender. Podían haber tarareado la Salve Regina, pero como el latín no es lo suyo prefirieron sugerir en castellano viejo que la Inmaculada, de poder hacerlo, se habría acogido al tercer supuesto. 
El arcángel San Gabriel, comadrón del cielo, es de otra opinión. Y la Audiencia de Sevilla, también. Un tribunal juzgará a tres organizadoras por un presunto delito contra los sentimientos religiosos. En principio, una vagina XXL no tiene por qué ofender al católico, que está acostumbrado a todo, incluso a que le maten. Otra cosa es que el aparato genital femenino sea utilizado con la finalidad de burlarse del que se persigna. De ahí las diligencias previas. Es posible que las chicas consideren desproporcionada la vía judicial, pero para los casos, los ejemplos: si el colectivo Varón Dandy saca en procesión un trono con el cipote de Archidona mientras profiere consignas machistas es posible que el feminismo pida a su señoría que entre las posibles condenas incluya la castración. 
El feminismo ultra es como la mosca verde, sabe que le va a caer un manotazo, pero insiste en picar. La mosca, empero, no protesta si la rocían con insecticida, mientras que el feminismo, para huir de las consecuencias, se acoge a la libertad de expresión, que es como acogerse a sagrado, pero con un juez por cura. Como en España la libertad de expresión en lugar de desactivar la ofensa, la justifica, el feminismo ultra se sorprende cuando una magistrada le llama a capítulo por mofarse de los que rezan. Ahora sabe que hay escarnios que llevan al banquillo. Confío en que durante el juicio las procesadas aclaren la razón por la que para atacar la liturgia echan mano de la vagina. Debe de ser porque son términos antónimos: no tengo claro lo qué es el coño insumiso, pero me da a mí que está en las antípodas de la mansedumbre que predica el Evangelio.