Santa Teresa del Niño Jesús, doctora de la Iglesia decía:
«Hay personas que se toman las cosas de manera que se afligen siempre más de lo necesario» y añadía:
 
»Yo lo hago completamente al revés: Miro siempre el lado hermoso de las cosas.
 
»Y si no tengo sino sufrimientos sin ningún consuelo..., pues bien, hago de esto... mi alegría.»
 
¡Gran lección y sugerencia para ser felices y para que nada ni nadie nos dañe, ni nos arrebate la alegría interior!
 
Hacer, convertir el sufrimiento... en alegría...
No es tarea fácil, aunque no imposible.
Es una tarea reservada a hombres y mujeres que sepan vivir la dimensión espiritual, interior... cara a Dios.
No hemos de detenernos y mucho menos juzgar por las apariencias de los hechos, de las cosas: engañan.
 
No hemos de detenernos en la corteza de las cosas, de los hechos. Por ejemplo:
La cáscara que cubre las castañas es espinosa, está cubierta de finas púas.
Si la sabrosa castaña ha escapado, y nos quedamos con la cáscara... procuremos —como Santa Teresa enseña—: «hacer de esto... nuestra alegría».
 
Hay quien no entiende que se puede vivir en medio del sufrimiento, del dolor, del fracaso, de la enfermedad... con alegría.
 
Los hay que han probado —tocado— todas las cuerdas posibles de la guitarra de la vida...
 
Pero les queda una cuerda por tocar: la cuerda de Dios, la cuerda de la vida interior.
Claro que todo depende de cómo uno tenga el alma.
 
Como escribe Monseñor Cavagna: «Si el cielo actúa, no puede ser más que para nuestro bien y, por ende, para nuestra dicha, para nuestra alegría.»
 
San Bernardo dice de muchas personas:
«Ven la cruz..., pero no ven su íntima alegría.»
 
San Pedro (IPetr 4,13) nos dice:
«Alegraos en la medida en que participáis de los dolores de Cristo.»





Alimbau, J.M. (2017).  Palabras para la alegría. Madrid: Voz de Papel.