Me ha hecho sonreír y producido cierta hilaridad, la contestación de mi insigne alcalde de Alcorcón, señor Cascallana, quien a una pregunta del periodista de la Razón sobre su implicación “en un presunto caso de tráfico de influencias y prevaricación” se ha salido por la tangente, arremetiendo contra este diario, tildándole de “ultraderechista”.

Es curioso comprobar la reacción de ciertos políticos, gobernantes o ideólogos de izquierdas, cuando se quedan en blanco, ante preguntas comprometidas, que afectan a su gestión, gobierno o ideología, el echar mano del fácil e infantil recurso de la descalificación, del insulto o del ultraísmo del contrario.

El que  un medio, como La Razón, tenga una postura no sólo respetuosa, sino clara, valiente y positiva, en todo lo que se refiere a la Religión, al Papa, a la Jerarquía,  a los valores religiosos etc,  a veces opuestos a la cultura dominante, no da a nadie derecho a posicionar a estos medios como ultras, proclamando a pies juntillas que el pensamiento progre y único, es la verdad indiscutible. La Verdad se defiende con la fuerza de la razón y argumentos;  pero  no con la razón de la fuerza sin argumentos.