Detalle del Cristo Crucificado de Diego Velázquez (h 1632)

12ª Estación: Jesús muere en la Cruz
 
Humillemos a nuestra frente con el abatimiento más profundo. Tan ardiente e impetuoso es en la tierra el huracán del pecado, que ha podido secar, con el soplo de la muerte, la misma fuente de la vida. Si yo no muero al pecar, es porque Cristo ofreció su vida en prenda de mi conversión y mi rescate. Rásguese para siempre el lienzo de mis apegos terrenales, como el velo del Templo, de Cristo ante la agonía; salgan de mi alma las pasiones, como los muertos de sus sepulcros, pártanse las piedras de mi indiferencia, como las rocas del Calvario; oscurézcase el sol, si es preciso, con tal de que mi lengua, solaz del corazón en estas horas, pronuncie con frecuencia la bella confesión del jefe de los soldados romanos: “Verdaderamente era Hijo de Dios este crucificado”.