Como el tema de la unidad de los cristianos sigue dando mucho de sí, creo necesario repasar algunas de las indicaciones que el Papa Benedicto XVI nos dio sobre el tema. Resumo el contenido de la Audiencia, que pueden leer completa utilizando el enlace que pongo al final de texto:

En el versículo citado de los Hechos de los Apóstoles, cuatro características definen a la primera comunidad cristiana de Jerusalén como lugar de unidad y de amor, y san Lucas no quiere describir sólo algo del pasado. Nos ofrece esto como modelo, como norma de la Iglesia presente, porque estas cuatro características deben constituir siempre la vida de la Iglesia.

Primera característica: estar unida y firme en la escucha de las enseñanzas de los Apóstoles;… Como he dicho, estos cuatro elementos siguen siendo hoy los pilares de la vida de toda comunidad cristiana y constituyen también el único fundamento sólido sobre el cual progresar en la búsqueda de la unidad visible de la Iglesia.

El segundo elemento es la comunión fraterna. En el tiempo de la primera comunidad cristiana, así como en nuestros días, esta es la expresión más tangible, sobre todo para el mundo externo, de la unidad entre los discípulos del Señor…
Tercer elemento: en la vida de la primera comunidad de Jerusalén era esencial el momento de la fracción del pan, en el que el Señor mismo se hace presente con el único sacrificio de la cruz en su entrega total por la vida de sus amigos: «Este es mi cuerpo entregado en sacrificio por vosotros... Este es el cáliz de mi sangre... derramada por vosotros». «La Iglesia vive de la Eucaristía. Esta verdad no expresa solamente una experiencia cotidiana de fe, sino que encierra en síntesis el núcleo del Misterio de la Iglesia» (
Ecclesia de Eucharistia, 1). La comunión en el sacrificio de Cristo es el culmen de nuestra unión con Dios y, por lo tanto, representa también la plenitud de la unidad de los discípulos de Cristo, la comunión plena. 

Por último, la oración —o, como dice san Lucas, las oraciones— es la cuarta característica de la Iglesia primitiva de Jerusalén descrita en el libro de los Hechos de los Apóstoles. La oración es desde siempre la actitud constante de los discípulos de Cristo, lo que acompaña su vida cotidiana en obediencia a la voluntad de Dios
(Benedicto XVI. Audiencia general. 19/1/11)

Utilizando el símil de un árbol, resumo lo que Benedicto XVI propone como cuatro elementos que deben guiar la unidad de los cristianos deberían ser:
  1. Tradición Apostólica. Es raíz del árbol de la unidad
  2. Fraternidad, que es más que complicidad, amistad, gregarismo o comunidad. Es la misma naturaleza que nos une y reúne.
  3. Sacralidad: trascendencia. Misterio y sacramentos. Es la savia que nutre y fortalece la naturaleza caída que todos tenemos.
  4. Oración. Es la flor que espera la mano de Dios para dar abundante fruto.
La unidad tiene una dimensión profunda a la que no solemos prestar atención. Hablo de “profunda”, porque la tendencia actual es centrarnos en la dimensión horizontal de la unidad. Horizontalidad que es emotivista, humanista y da prioridad a la complicidad. Utilizando un símil, nos contentamos con lograr que llamemos “árbol” a un conjunto de seres vegetales diversos y así no tener necesidad de conversión. Detestamos dejar ser quienes planifiquemos todo. Se trata de orar para que Cristo nos ayude a dejar atrás nuestros modelos humanos y renacer con la misma raíz (Tradición) y que la savia de lo sagrado corra por nuestro interior. Es cierto que el árbol tiene ramas diferentes, ahí está el don de la diversidad. La diversidad de ramas nunca puede ser confundida con la pluralidad.  Cristo quiere la verdadera unidad de naturalezas y seres en una única Iglesia. Oremos para que pueda existir unidad dentro de la Iglesia Católica y podamos mostrar que Dios es grande cuando dejamos que sea Él Quien haga el milagro.