El hombre que tiene miedo
sin peligro, inventa el peligro
para justificar su miedo.
-Alain Emile Chartier-
 
A lo largo de los siglos, la Santa Iglesia Católica enseñó  cuan  imperioso es para los cristianos el deber de combatir con decisión la inmoralidad y la impiedad y como yerran los que, bajo la apariencia de una falsa prudencia, se niegan a hacerlo.
 
Santo Tomás de Aquino enseña que no se opone a la virtud de la Paciencia el rebelarse cuando es necesario contra quién practica el mal, porque Soportar pacientemente las injuria proferidas contra nosotros es digno de alabanza, pero soportar pacientemente las injurias contra Dios, sería el colmo de la impiedad (Suma Teológica, 2-2, q.136,  a4 in BAC, pág  847).
 
El Papa León XIII decía que cuando la necesidad lo exige, la de- fensa de la Fe no es obligación exclusiva de los que mandan, sino que, como dice Santo Tomás, todos y cada uno están obligados a manifestar públicamente su Fe, sea para instruir y confirmar a los demás fieles, sea para reprimir la audacia de los infieles. Apartarse frente al enemigo o callar cuando por todas partes se levanta un incesante clamor para oprimir la Verdad, es actitud propia de hombres cobardes o de hombres inseguros de la verdad que profesan. En ambos casos esta conducta es en sí misma vergonzosa y además de lo más injuriosa para con Dios. La cobardía y la duda son contrarias a la salvación del individuo y a la seguridad del bien común, y provechosa únicamente para los enemigos del Cristianismo, porque la cobardía de los buenos fomenta la audacia de los malos (Sapientiae Christianae,   1011890).
 
Por eso a algunos les molestan manifestaciones como la JMJ, por ejemplo, porque nos creían y querrían enterrados y resulta que  perciben un cristianismo alegre, educado y pujante. 
Un catolicismo social y abierto a una sociedad a la que mejora, en lugar de un catolicismo enclenque, miedoso y encogido en las sacristías.
 
Benedicto XVI, con claridad meridiana, ha indicado una y otra vez a los jóvenes y a todos los asistentes a la   JMJ:  Quédate, pues, amigo, con la frase del principio:  LA COBARDÍA DE LOS BUENOS FOMENTA LA AUDACIA DE LOS MALOS. 
Y quédate con la pujanza, entusiasmo y alegría de la JMJ, y otras manifestaciones semejantes, como una propuesta legítima que lleve a nuestra sociedad por caminos de concordia, solidaridad, justicia, libertad y   respeto.