Manolios le preguntó en voz baja:
— ¿Cómo he de amar a Dios, padre mío?
— Amando a las personas, hijo mío.
— Y ¿cómo se ha de amar a las personas?
— Esforzándonos en guiarlas por el buen camino.
— Y ¿cuál es el buen camino?
El que sube.
(N. Kazanzaki)

¡Un camino!,
¡Qué cosa más corta de decir!
¡Qué cosa más larga de seguir!
¡Un camino!...
¡Qué experiencia de pena y sufrimiento!
¡Qué promesa de tranquilidad y de triunfo!
¡El camino!... ( J. M. de Segarra)

— Serás una persona a medida de tu esfuerzo,
— Sólo el esfuerzo forma carácteres,
— Sólo el esfuerzo puede llevarte a las cimas,
— No hay otro camino.

San Agustín enseñaba:
“¿Por qué temes el camino duro de los sufrimientos y tribulaciones?
— Pasó por él Cristo...
— Pasaron los apóstoles.
— Y pasaron hombres y mujeres, jóvenes y niños.

¿Cómo vas a decir que es áspero un camino que tantos trillaron al pasar?”
¡Ánimo! Tú sigue.