El beato Rafael Arnáiz, estudiante de arquitectura, después monje de la Trapa en Venta de Baños y que murió a los 27 años de edad, nos dejó escrito:

«Jesús buscó la compañía de los enfermos, de los pobres... No se limitó a la compañía de su amigo Lázaro... » Después, con gozo, manifiesta:

«¡Se está tan bien en su compañía (con Jesús)!»
«Qué dulce y tranquilo es el sufrimiento —la enfermedad, las adversidades—, pasado todo ello en compañía de Jesús crucificado...»
Y con su experiencia daba el camino positivo a seguir:
— «Sólo la cruz de Cristo... ilumina la senda de la vida
E inflamado de su amor... suplicaba:
«¡Nada quiero más que tu compañía, Señor!»

Santa Teresa de Jesús decía: «Con esta compañía del Señor, ¿qué se puede hacer, qué hay de dificultoso
Y añadía: «Entonces quedaba muy esforzada... y alegre
Jesús pasó haciendo el bien. Se puso al lado de quienes más sufrían.

Fue compañía de quienes le necesitaban, le gritaban, le pedían ayuda:
— Eran los que lloraban, estaban enfermos, necesitados de alguien que se pusiera a su lado, les compren- diera, les acogiera, les atendiera, les ayudara, les consolara, les diera una mano... en su andar por la vida y bajo el peso de una losa de dolor...

Y Jesús sigue estando al lado, acompañando a quienes sufren, gimen, lloran y le invocan.
 




Alimbau, J.M. (2005).  Palabras para el sufrimiento. Barcelona: Ediciones STJ.