El doctor Alexis Carrel, (18731944) médico francés, biólogo y profesor de Anatomía en la Facultad de Medicina de Lyon, se dedicó a la cirugía vascular.

Convertido al catolicismo, algunos científicos franceses lo excluyeron de sus círculos. Desde los EE.UU. le ofrecieron la dirección del Laboratorio de Cirugía Experimental de Nueva York. Allí trasplantó Tejidos y órganos enteros (un gato vive con el riñón de otro gato; un perro camina con la pata de otro perro; el corazón de un pollito colocado en un recipiente, regado por un líquido alimenticio, vive desde 1912 a 1940, ¡veintiocho años! Y aún entonces muere de vejez).
En 1912 fue galardonado con el Premio Nobel de Fisiología y Medicina. Durante la Primera Guerra Mundial dirige un hospital de campaña en Compiegne, Francia. Se usaba el antiséptico de la tintura de yodo que destruía los microbios, pero deterioraba los tejidos. Carrel investiga —se desconocían los antibióticos— y ofrece la solución: Carrel-Dakin —otro investigador— para desinfectar las terribles heridas de los soldados sin producir quemaduras y que fue ampliamente usada por su efectividad. Con este líquido y con el injerto dérmico, Carrel y sus discípulos salvaron a millares de heridos.

En su librito La oración, (Plon 1944) Carrel señala una nueva etapa de su evolución espiritual:
«Es cosa vergonzosa rezar», afirma Nietzsche...  Carrel responde: «Realmente, es tan vergonzoso rezar como beber o respirar
«El hombre tiene necesidad de Dios, como tenemos necesidad del agua o del oxígeno.» Y el Nobel añade:
«La influencia de la oración sobre el espíritu y el cuerpo humano es tan fácil de demostrar como la de la secreción de las glándulas.
»Sus resultados se miden:
— Por un acrecentamiento... de energía física.
— Por un aumento... de vigor intelectual.
— Por un incremento... de fuerza moral y…
— de comprensión más profunda de las realidades fundamentales




Alimbau, J.M. (2005).  Palabras para el sufrimiento. Barcelona: Ediciones STJ.