Querido lector continuamente bombardeado por las alarmantes y catastróficas noticias sobre el apocalíptico cambio climático que se nos avecina: ahí le propongo diez ideas novedosas, unas más y otras menos, eso sí, para que amplíe Vd. su discurso cuando en la cena de Nochevieja le toque a Vd. el turno y tenga que lucirse sobre el tema.

 

PRIMERA

             El cambio climático es un proceso absolutamente innegable, cosa que, aún a pesar de que en la larga vida de un planeta que como la tierra tiene unos cinco mil millones de años las series históricas apenas alcancen 200 en el mejor de los casos, se corrobora tanto desde la propia experiencia vital de cualquier ser humano, que constata que cada día y cada estación es diferente al equivalente del año anterior, como desde el conocimiento de la historia, que nos enseña que sólo en el curso del último milenio, a una edad que la historia conoce como “el óptimo climático medieval” que duró cuatro siglos, sucede otra denominada “pequeña edad de hielo” que se desarrollará entre 1650 y 1850. Y eso sin hablar de las glaciaciones y los deshielos prehistóricos no tan lejanos después de todo. Porque el clima, como todo lo que puebla este pequeño planeta azul en el que menudea el ser humano, está vivo y no obedece a los modelos matemáticos que a muchos les gustaría que obedeciera.

  

SEGUNDA

             Que el cambio climático sea antropogénico, es decir, producido por la actividad y el comportamiento de los seres humanos, es algo que, por el contrario, es muy discutible. Los científicos que no apoyan la tesis del cambio climático antropogénico cabe agruparlos en cuatro corrientes diferentes:

             1º) Los que cuestionan la corrección de las proyecciones realizadas y las conclusiones obtenidas.

            2º) Los que sostienen que el cambio climático obedece a causas naturales.

            3º) Los que sostienen que las causas nos son desconocidas.

            4º) Los que sostienen que las consecuencias no son catastróficas y hasta podrían ser hasta beneficiosas.

             El nobel de física 1973, el noruego Ivar Giaever, ha descrito la teoría del calentamiento global antropogénico como “una nueva religión” e incluso sostiene que “es notable cuan estables han sido las temperaturas en los últimos 150 años”. El también nobel de física, éste de 1998, el norteamericano Robert Laughlin, sostiene que “no tenemos poder para controlar el clima, cuya variación es una cuestión de tiempo geológico”.

             Los científicos “escépticos” del climatismo son muchos, están en muchos países, son personas muy importantes y expertas, pero aparte de no contar con los medios financieros con los que cuentan los favorables al cambio climático antropogénico, son sistemáticamente silenciados en los medios de comunicación y, lo que es más grave, también científicos, cuando no sometidos al ostracismo o al escarnio público.

  

TERCERA

             Se intenta transmitir la idea de que el hecho de no creer en el cambio climático convierte a las personas que así lo hacen en enemigos del planeta, desinteresados cuando no opuestos, en su cuidado y atención. O de otra manera, que creer en el cambio climático es la única manera de amar el planeta.

             Pues bien, antes al contrario, muchos de los más acérrimos partidarios del cambio climático antropogénico se comportan como auténticos depredadores del planeta, algo de lo que son buen ejemplo las dilapidadoras mansiones de ese mesías del cambio climático antropogénico que es el multimillonario norteamericano Al Gore, y hasta la propia Greta Thumberg, por no hablar del encargado de leer el discurso final de la última cumbre sobre el cambio climático celebrada en Madrid. Cuyos comportamientos, si imitados por todos, harían la convivencia y hasta la propia vida en el planeta, insostenibles. Sólo a modo de ejemplo, ¿se imaginan Vds. un océano plagado con los catamaranes de los millones de viajeros desalojados de los aviones? ¿O el mensaje es que sólo la Niña Greta y cuatro billonarios van a tener derecho a desplazarse por la tierra? Y de ser así, ¿qué futuro cabe augurar al planeta si los seres humanos no podamos trasladarnos?

             A sensu contrario, son millones las personas silenciosas e insignificantes que no creen en la antropogénesis del cambio climático, los cuales se comportan en su vida diaria y cotidiana como celosos vigilantes del planeta azul, cuidando la parte del entorno que les corresponde y comportándose con el medio con un celo que cabe definir como exquisito.

 

CUARTA

             El indiscutible cambio climático que se produce cada día en la historia, puede incluso, convenientemente aprovechado por ese habilidoso animal que es el ser humano, ser fuente de nuevas oportunidades para la vida en el planeta, como ha demostrado, sin ir más lejos, el reciente y sorprendente abaratamiento de la electricidad (de 40 € MWh a poco más de 2), ¡un abaratamiento del 95%!, como efecto de los vendavales Elsa y Fabien.

 

QUINTA

             En torno al cambio climático se ha desarrollado una campaña de prensa sin precedentes que raya en la histeria mediática, en la cual llama sospechosamente la atención la unanimidad del llamado cuarto poder, con el silenciamiento y la negación de los medios, cuando no la abierta hostilidad y hasta hostigamiento, a cuantos se manifiestan en contra.

             Son cada vez más evidentes las tácticas ajenas a todo rigor científico e incluso a toda ética periodística de las que se vale la prensa para imponer la impresión de que se está produciendo, efectivamente, un cambio climático antropogénico. Aparte de la machaconería insoportable con la que se expresan cada día todos los telediarios del mundo, desplazando normalísimos eventos climáticos a otras noticias que son mucho más importantes, ahí van tres trucos periodísticos, sólo a modo de ejemplo:

             1º) Presentar como entrevistas de calle elegidas al azar sólo los testimonios de quienes creen en el cambio climático antropogénico, como si no existieran otros.

            2º) Realizar al inicio de cada estación meteorológica la predicción que expresa un supuesto experto en tono, por descontado, alarmante, de la que nadie se acuerda cuando al final de la estación no se ha cumplido, o incluso se ha cumplido al revés.

            3º) Presentar como dato alarmante datos que no representan alarma alguna y que de no formar parte de una campaña convenientemente orquestada de antemano, carecerían de todo interés periodístico. Por ejemplo: “este es el cuarto año más cálido de la historia en los últimos doce”, como si hubiera algo de malo en ser el cuarto más cálido de la historia en los últimos doce.

 

SEXTA

             Llama no menos la atención la seguridad con la que se expresan los que nos dicen cómo será el clima dentro de cien años cuando no son capaces de pronosticar ni el tiempo meteorológico que va a hacer al día siguiente, no digamos a siete días vista, o a treinta o más. Hagan simplemente Vds. una prueba: contrasten cuatro o cinco predicciones meteorológicas de distintos medios “especializados” y verán que ya, como tal predicción, son contradictorias entre sí… Luego, si tienen Vds. tiempo y paciencia, contrasten cada una de ellas con lo realmente ocurrido. Se llevarán divertidas sorpresas.

 

SEPTIMA

             Parte de esa campaña de prensa completamente histérica consiste en atribuir al cambio climático todas las catástrofes que se producen en el planeta, como si no hubieran ocurrido nunca, ejemplo de lo cual fue el último caso de acqua alta acontecido en Venecia, un fenómeno sobradamente conocido en la historia, con manifestaciones anteriores bien descritas y mucho más graves que la de este año. Y todo ello mientras se silencian, claro está, los miles, millones, infinitos casos de normalidad climática que se producen cada día, cada semana, cada mes, cada año, en el planeta.

 

OCTAVA

             El fenómeno de desproporción en el tratamiento del tema se observa en igual medida a nivel de dinero público, otorgándose a la campaña destinada a imponer la cosmovisión basada en el cambio climático antropogénico una cantidad de fondos públicos nacionales e internacionales con escasos precedentes en la historia, fondos que, ni que decir tiene, son vetados a cuantos niegan, cuestionan o simplemente matizan el fenómeno del cambio climático antropogénico.

             Provienen esos fondos de un esfuerzo contributivo enorme que en ningún país europeo es hoy día inferior al 40% del total de los recursos financieros, y en algunos supera ya la mitad. Pues bien, empieza a emerger un efecto de la campaña del cambio climático antropogénico, no por secundario menos previsible o deseado por quienes la orquestan, cual es la eficacia de la misma para conseguir en los contribuyentes una mejor predisposición a seguir pagando impuestos, algo que describe muy bien un reciente artículo de “El País” el cual señala que más de la mitad de los españoles estarían dispuestos a hacer nuevos esfuerzos contributivos para combatir el cambio climático. Curioso ¿verdad? Todo ello en un momento en el que el número de cargos públicos en nuestro país, sus retribuciones y sus prebendas, no hacen otra cosa que crecer, éstas sí, de manera alarmante.

 

NOVENA

             Con semejante cantidad de fondos mundiales destinados a la causa, el cambio climático se está convirtiendo en una guerra industrial y comercial entre empresas no sólo públicas, sino también privadas, que viene corroborada por el comportamiento de muchas multinacionales. Recientísimamente he oído decir al presidente de una de las grandes multinacionales del mundo, concretamente alemana, que “el cambio climático puede ser rentable”.

 

DECIMA

             Yo no sé si han observado Vds. que a cuenta del cambio climático hay personas a las que ya no se les puede decir ni “¡qué buen tiempo que hace hoy!”, porque ello parece provocarles fastidio. A los fanáticos del cambio climático nada les agrada. Si hace frío, quieren que haga calor; si hace calor, que frío; si llueve, que no llueva; si no llueve, que llueva... Basta con que uno les hable del tiempo para que sin venir a cuento le suelten su frase preferida: “¡nos lo estamos cargando!”, así, sin sujeto alguno, y casi sin verbo ni predicado, como si uno estuviera obligado a saber de lo que hablan.

             Aún quedan muchas ideas que aportar, pero de momento, vayan ahí estas diez. Que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos.

 

 

            ©L.A.

            Si desea ponerse en contacto con el autor, puede hacerlo en encuerpoyalma@movistar.es. En Twitter  @LuisAntequeraB